martes, septiembre 12, 2006

Psicopatología de la vida política cotidiana: Creencia y saber

(Esta es la escritura de lo que fuera presentado por Xóchitl Vázquez Isaac en el ejercicio clínico “Psicopatología de la vida política cotidiana: terror, saber, mentira y verdad” el 25 de agosto de 2006 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco)

CREENCIA Y SABER.
El presente trabajo surge de una curiosidad personal por saber qué es lo que piensan algunas personas que votaron por el PAN. A primera vista los que votaron por el candidato contrario al que yo avalé con mi voto pueden, simplemente, estar equivocados. Pero esa respuesta no me convenció y quise indagar sobre mi pregunta: ¿Qué creen los que votaron por el PAN y su candidato?
Así que mi trabajo es sobre la creencia, y para empezar echaré mano de la definición que Luis Villoro hace del término en su libro CREER, SABER, CONOCER (1).

Allí nos dice que en un primer sentido creer es opuesto a saber, si digo que creo algo es porque no lo se realmente; en un segundo sentido creer significa aceptar un hecho sin conflicto, tener un enunciado por verdadero.

La relación entre saber y creencia no es de exclusión ya que todo saber implica una creencia pero no toda creencia implica un saber. Saber es una creencia justificada y verdadera.

Lo que creemos nos da una disposición a actuar. Actuamos conforme a nuestras creencias como si ellas fueran verdaderas. Ellas actúan como guías para posibles acciones. Nos disponen a responder de determinadas maneras y no de otras en las mas diversas circunstancias, porque al creer en un hecho considero que este forma parte del mundo real y, por lo tanto me relaciono con el mundo contando con su existencia.

Las creencias son puestas en evidencia por disposiciones a actuar, es decir por actitudes. Pero las actitudes están determinadas por pulsiones que mueven a la obtención de estados satisfactorios; por consiguiente, motivos para la acción no son sólo propósitos conscientes, también el impulso de satisfacer necesidades y de obtener ciertos estados de bienestar o de ausencia de tensión.

Desde la filosofía, Villoro continúa exponiendo que debemos distinguir los motivos para creer de las razones para creer. Los motivos comprenderían tanto las acciones prácticas conscientes que pueden explicar una acción particular, como las motivaciones más generales y profundas que impelen a la obtención de estados satisfactorios.

En ocasiones se confunden las motivaciones con las razones para creer, tal es el caso de los enunciados ideológicos como proposiciones que en realidad hablan de la relación vital de un participante con el objeto de una satisfacción, pero que se presentan como proposiciones objetivas de un observador acerca de un objeto; en la ideología se confundirían así las motivaciones con las características objetivas. La ideología no aduce motivos, sino razones para fundar sus proposiciones acerca del mundo objetivo.

El detentar como saber o como creencia verdadera una afirmación por el hecho de que el líder y los miembros del grupo a los que se pertenece, aseguren que es la verdad, y que eso sea algo que lleve a actuar en consecuencia, es una situación social que podemos pensar echando mano de las reflexiones que Freud hace en PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL YO (2). Ahí nos dice que si el individuo resigna su peculiaridad a la masa y se deja sugerir por los otros, recibimos la impresión de que lo hace porque siente la necesidad de estar de acuerdo con ellos, y de no oponérseles; quizás, entonces, por amor de ellos.

En su intento de dar cuenta de qué es lo que determina en el hombre la tendencia a formar grupos, Freud analiza dos masas artificiales y propone que uno de los factores que une a dichas masas es una ilusión, la de creer que hay un jefe que ama por igual a todos los individuos de la masa. De esa ilusión depende todo. La ligazón de cada individuo con el jefe es la causa que los une a todos.

Este lazo libidinal con el jefe y con los otros es lo que explica la falta de libertad del individuo dentro de la masa; el individuo resigna su libertad para mantener su lazo afectivo en esas dos direcciones.

El concepto de Ideal del Yo es fundamental en la reflexión sobre la creencia, de hecho espejismo y creencia se combinan para que un sujeto humano se produzca. Cito a Lacan: “El otro tiene para el hombre un valor cautivador, dada la anticipación que representa la imagen unitaria tal y como ella es percibida en el espejo, o bien la realidad toda del semejante” (3). Es la identificación con esa imagen la que le permite al hombre situar con precisión su relación imaginaria y afectiva con el mundo en general.

Los fenómenos tales como la adhesión a la masa, la sugestión y, por supuesto, el amor son posibles por la captación del sujeto al ideal del yo. A él nos remitimos también frente a los estados de dependencia y a la fascinación del amado y su sobreestimación.

Es ésta la aventura imaginaria por la cual el hombre experimenta que él se ve, se refleja y se concibe como distinto, otro de lo que él es, esta es una dimensión esencial de lo humano, que estructura el conjunto de su vida fantasmática.

Así, lo que estructura, forma, inaugura al sujeto humano es la búsqueda de identificación con un espejismo, con una imagen propuesta desde el otro, proceso que no puede darse sin que el niño tenga una relación específica con el semejante, una relación de amor. Amor que permite al niño que le pase lo que le pasa al integrante de la masa frente al líder: admite sus propuestas como creencias, basado en la transferencia, es decir en la ilusión del amor. Recordemos que uno de los mas hermosos poemas de amor de Octavio Paz se titula precisamente “Carta de Creencia”.

Según la propuesta freudiana, para que un sujeto pueda afiliarse y pertenecer a una masa, deba creer que es amado por el líder, y que todos sus compañeros lo son también. En el Seminario 11 Lacan (4) nos dice: “Reconozcan que si hay un terreno en el discurso en que el engaño tiene probabilidades de triunfo, su modelo es el del amor… Persuadiendo al otro de que tiene lo que puede completarnos, nos aseguramos precisamente de que podemos seguir ignorando lo que nos falta”.
La creencia, al igual que la demanda de amor, es una captación masiva del sujeto que impide la apertura dialéctica.

Ahora, expondré mis conclusiones de lo que encontré en las pláticas que tuve con votantes por el Pan. Lo haré en tres puntos:

Uno. La adherencia a ese partido les permite tener o buscar una identidad, es decir identificarse, con las personas ricas. Hay una gran cantidad de rituales, formas de hablar y de vestir, lugares para frecuentar, costumbres, que son parte de la vida de los empresarios y de las altas elites económicas, estos son imitados y constituyen una identidad que grupaliza, que constituye un “nosotros”. Son muchos los rituales que despliegan para sostener la ilusión de ser parte de un grupo y es difícil relatarlos por ser tantos, pero un ejemplo de ellos es que suelen ser personas delgadas que van al gimnasio y cuidan su cuerpo. Así, en el “código del vestir” de La Universidad Panamericana se prohíbe a los gorditos usar camisas de cuadros. La escritora Guadalupe Loaeza ha relatado en sus libros los haceres y costumbres a las que me refiero.

La relación entre las creencias y las costumbres es puesta en evidencia por David Hume en la siguiente cita:
“La existencia de un individuo o de un pueblo quedaría instantáneamente paralizada si un poder sobrenatural la sustrajera a la influencia del hábito. Éste es el que cada día nos dicta lo que debemos decir, hacer y pensar. La costumbre nos da las pruebas más fuertes y las más creídas; ella induce al autómata que arrastra al espíritu sin que éste se dé cuenta. Es preciso adquirir un crédito más fácil y es el del hábito, que, sin violencia, sin arte, sin argumento, nos hace creer las cosas e inclina todas nuestras potencias a esta creencia, de suerte que nuestra alma se entrega a ella naturalmente”. Y sigue:
“Siempre que un objeto se presenta a la memoria o a los sentidos, este objeto, gracias a la fuerza de la costumbre, lleva inmediatamente a la imaginación a concebir otro objeto que va siempre unido a él. Y esta concepción es asistida por un sentimiento que difiere de los vagos ensueños de la fantasía. En esto consiste toda la naturaleza de la creencia” (5).

Segunda conclusión: La adhesión al PAN y la identidad como católico son casi sinónimos. El pan y sus líderes forman parte de grupos católicos y salen en la televisión yendo a misa. Hay una creencia muy poco explícita pero muy presente en que, ya que son muy religiosos, entonces son honestos, sinceros y difícilmente corruptibles. A pesar de todas las evidencias.

Para ellos son los que defienden de los valores de la familia, la moral y las buenas costumbres. Están en contra del divorcio, siempre salen en la tele muy limpiecitos, acompañados por sus hijos y sus esposas, todos con una gran sonrisa porque son “de buena familia”.

Soledad Loaeza comenta la relación entre el partido acción nacional y la iglesia católica en su libro “Partido Acción Nacional: la gran marcha 1939-1994” (6).
Nos dice: No se puede hablar de una nueva derecha como una figura independiente de la tradición católica. La derecha empresarial se desprende de la propia tradición católica y queda muy asociada con ella.

No es adecuado distinguir a los católicos de los empresarios. Los empresarios son muy católicos como los militares en México también son muy católicos. Si usted ve con cuidado las dos principales organizaciones católicas que en este momento tienen mayor ascendiente, los Legionarios de Cristo y el Opus Dei, están integradas en forma mayoritaria por grandes empresarios.
En el caso de México, lo importante es entender que el Partido Acción Nacional ya forma parte de la democracia cristiana, ya se introdujo y es un participante activo de la democracia cristiana internacional.
Por otra parte, en la revista Proceso (7) de esta semana, Enrique Semo comenta que los grupos de poder que en 1988 le impidieron a Cuauhtémoc Cárdenas llegar a la Presidencia de la República son los mismos que han actuado en contra de Andrés Manuel López Obrador. Y aunque desde 1940 han logrado evitar un gobierno de izquierda en México, nunca como ahora habían operado abiertamente para evitar una alternancia.
Ahora, cuando la izquierda se halla a un paso de la Presidencia, “todas las fuerzas de los grupos fácticos que dominan en México se movilizan en una forma sin precedente contra el candidato de la izquierda, y terminan por recurrir de nuevo al fraude”.

Expone Semo que los responsables de esta situación son tres grupos: el grupo del dinero, el grupo político de los tecnócratas y el integrado por los restos de lo que fue la “familia revolucionaria”.
Observa que el grupo del dinero se ha reducido enormemente, lo cual demuestra la concentración real del poder. Quienes hoy deciden en el país, constituyen un sector mucho más chico que el de hace 25 años.
El segundo grupo, el de los tecnócratas, es el que desde el PRI tomó el poder en 1982 y el que, pese al cambio de partido, se ha conservado en el mando del país.
El tercer grupo está integrado por los restos de lo que fue la “familia revolucionaria”, que sigue siendo fundamental para la relación con las masas, pues ni los tecnócratas ni la gente del dinero sabe hacer lo que los expriistas hacen muy bien: contener a las clases peligrosas.
Es lo que llamo la oligarquía, nos dice Semo, la cúspide de México. Además, se ha consolidado una fuerza que con el tiempo se sumará a ella en plan de igualdad: la Iglesia católica”.

Desde mi punto de vista esto plantea una situación muy compleja porque estamos frente a una creencia política que se superpone a una creencia religiosa, lo que puede hacer que sus afiliados tengan mucho más dificultades para tomar distancia de ella.
3. El tercer punto que quiero presentar es que en sus comentarios, los simpatizantes del PAN nos muestran que son personas apegadas a lo conservador, partidarias de no mover demasiado las cosas, prefieren los cambios lentos, paulatinos. Para ellas los cambios bruscos o rápidos son mentirosos e incluso peligrosos.

A los panistas los anima la voluntad de construir un mundo menos imperfecto en medio de las tensiones, contradicciones y conflictos que genera el mundo real. Pero para ellos los cambios son poco posibles. Defienden que es preciso integrarse al mundo global y entender y seguir las reglas del juego. Sus valores son la seguridad, la legalidad, la imaginación, la eficiencia y la calidad. Cabe en esto la apología de la libre competencia que es en donde se da el progreso.

Para ellos Felipe Calderón parece haber entendido estas premisas y les ha prometido proyectar a México hacia un futuro dinámico. Por eso, para ellos, él representa la esperanza. Y también una surte de protector.

En el marco de estos razonamientos, la campaña del miedo dio resultado. Las personas que muestran adherencia al PAN están convencidas de que el candidato de la izquierda es un peligro para México, de que está vinculado y es parte del grupo que conforman el presidente venezolano Hugo Chávez y del cubano Fidel Castro (para ellos estos tres son la única izquierda que existe). Tienen miedo de perder lo que tienen, creen que sus casas, sus autos, sus créditos les serían arrebatados por un posible gobierno de izquierda. Y temen también a la figura de López Obrador que la televisión ha promovido, porque lo ven como una persona violenta, autoritaria y que no respeta la ley.

Viene al caso una reflexión de Ortega y Gasset (8) donde nos dice que genéticamente la creencia surge como resultado de una situación trágica del hombre, es una situación de naufragio. El hombre se encuentra frente a una realidad que es un caos, un enigma, a la que por necesidad de sobrevivencia tiene que darle un sentido, un orden, es decir, una interpretación. Para ello el hombre parte de unas convicciones básicas, en las que se encuentra desde que es arrojado a la vida. Estas convicciones son las creencias, que constituyen el suelo y el estrato de su vida. Es decir que para Ortega y Gasset las creencias son heredadas de una generación a otra y las personas las admiten como parte natural de su realidad, además, tienen una función protectora frente a la incertidumbre.

La idea de que las creencias nos son impuestas desde el pasado se expresan también en los planteamientos socráticos que sostienen que existe una verdad olvidada que la mayéutica se esfuerza en sacar a la luz. El diálogo socrático es una mezcla entre verdad y error y la dialéctica una especie de tamiz de la verdad que la deja libre del error.

Para el psicoanálisis las cosas son por entero diferentes, ya que en el diálogo analítico lo que aparece es la verdad en el error y el error en la verdad. En el psicoanálisis ninguna confianza asegura, y no se busca la seguridad, ya que los cuestionamientos convocan a la inquietud que a su vez permitirá la apertura dialéctica.
Se que este trabajo, en lugar de brindar respuestas, abre paso a muchos temas e interrogantes, por ejemplo a la relación entre medios masivos de comunicación y creencias, o a la investigación y reflexión de la relación entre la creencia y la costumbre.

Y abre paso a una serie de preguntas más importantes todavía: ¿A los que somos Perredistas qué es lo que nos hace ilusión de grupalidad? ¿Cuáles son las características y las promesas de ese líder que imaginamos que nos ama a todos por igual? De qué se compone esa la imagen que nos cohesiona?, etc.

Pero mi trabajo termina aquí por ahora y al finalizar quiero leer una cita de Ortega y Gasset (9):
“Las creencias que no cuestionamos son nuestra instalación en el mundo. Ellas son los últimos focos desde los que hacemos todo y a las que todo referimos”.

(1) Luis Villoro. CREER, SABER, CONOCER. 1982. Ed. Siglo XXI.
(2) Sigmund Freud. PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL YO. 1920. Obras Completas. Amorrortu Editores.
(3) Jaques Lacan. EL ESTADIO DEL ESPEJO COMO FORMADOR DE LA DEL YO TAL COMO SE NOS REVELA EN LA EXPERIENCIA PSICOANALÍTICA. ESCRITOS 1. Siglo XXI Editores.
(4) Jaques Lacan. EL SEMINARIO TOMO 11. 1964. Editorial Paidós.
(5) Cita tomada de: Abbagnano. DICCIONARIO DE FILOSOFÍA. 1966. Fondo de Cultura Económica.
(6) Soledad Loaeza. EL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL: LA LARGA MARCHA1939-1094. Fondo de Cultura Económica. 1999.
(7) REVISTA PROCESO. 20 de Agosto de 2006.
(8) y (9) José Ortega y Gasset. IDEAS Y CREENCIAS. 1983. Alianza Editorial.


Xóchitl Vázquez Isaac. Agosto de 2006.

No hay comentarios.: