jueves, enero 17, 2008

Él color de ella/ ella color de él

Él color de ella, ella color de él
Alberto Sladogna

La nota a que a continuación trascribo tiene un singular valor: es un testimonio. ¿Testimonio de qué? Es el testimonio raro, distinto, interrogador de las consecuencias de un lazo social que está organizado por el nudo de la no relación sexual; el “no hay relación sexual” se puede escribir como nudo, el caso más cercano a esto, es un nudo borromeo de tres o cuatro consistencias (real , simbólico, imaginario y el santhoma) que forman un nudo gracias a que no están anudadas las consistencias entre sí ; no hacer nudo entre les permite formar un nudo, donde al cortar uno cualquiera, los demás quedan libres. Se podría decir, de manera provisoria que el nudo borromeo es el nudo de la no relación.

Esta pareja mexicana pone a jugar y lanza interrogantes para cada interesado respecto de la clínica doctrinaria del análisis: estamos ante un caso singular de pasaje a otra (“trans…) cosa que quizás permita revisar, reordenar, dejar de lado debido a su caducidad componentes de la doctrina, como por ejemplo, calificar de "psicóticos" a quienes viven experiencias como las que da a leer este testimonio. Esas preguntas permiten entonces, a cada analista o interesado por la doctrina analítica encarar de otras formas interrogantes que son nuevos respecto de la identificación (¿Será fija o permanente?; de la vida erótica (Un hibrido con color de ella; ella color de él ¿Cómo afectan la frase tautológica:”la diferencia sexual anatómica”); del deseo ¿sólo sería “patrimonio” de la heterosexualidad?; ¿Cómo afecta este testimonio el tema del llamado “sujeto del inconsciente”?

Hago llegar mi agradecimiento y reconocimiento a Mónica Careaga, psicóloga de la Facultad de Psicología de la UNAM, pues su tenacidad para informar y transmitir textos sobre otras maneras de vivir la vida sexual , erótica, deseante; esa tenacidad permitió el hallazgo y encuentro con este testimonio.

Nota publicada en el Periódico Milenio, México, DF,15/01/2008

Tras cambiar de sexo, Mario “N” contraerá matrimonio con Diana Laura, quien también se sometió a tratamiento para dejar de ser hombre. Mario, quien en el pasado vivía atrapado en el cuerpo de una mujer. Una pareja de transexuales buscará que un juez de lo Civil del Distrito Federal y la Iglesia católica los unan en matrimonio, en mayo próximo. Se trata de Mario “N”, quien en el pasado tenía el cuerpo de una mujer, y de Diana Laura “N”, que hasta el 2007 era hombre, ambos decidieron cambiar de sexo.
Él y ella, o ella y él realizan los preparativos para casarse en mayo en la delegación Iztapalapa, ya que aseguran que no existe ningún argumento jurídico que se los impida. Sin embargo, debido a que en septiembre pagaron 130 mil pesos por la operación de cambio de sexo de Diana Laura, la pareja ha solicitado el apoyo de amigos y conocidos para que los ayuden con los gastos de la boda civil y religiosa y recibir así la “bendición de Dios”. Hace seis meses, Mario decidió —después de siete años de conocerse y dos de relación—, pedirle a su pareja que se casara con él en febrero de este año, pero la boda tuvo que posponerse tres meses, pues la convalecencia de Diana Laura, luego de practicarse la cirugía de cambio de sexo, ha sido difícil y no podría disfrutar de la fiesta como ella lo desea.
A sus 55 años de edad, Mario, quien desde hace ocho años se sometió a un tratamiento hormonal para dejar de ser mujer y convertirse en hombre, nunca pensó que existirían las condiciones para que un día se pudiera casar con una persona que también se hubiese sometido a tratamiento para cambiar de sexo. “Nunca pensé que me casaría y menos que tendría una pareja que fuera como yo; una persona transexual, pero cuando conocí a Diana me atrajo físicamente, aunque en ese entonces ella sólo había recibido tratamiento hormonal y hasta después fue cuando se operó para realizarse la reasignación de sexo”, comentó.
A pesar de que Mario y Diana son personas transexuales, jurídicamente y en apariencia forman una pareja heterosexual (hombre y mujer), toda vez que sus documentos oficiales conservan el nombre y el sexo con los que fueron registrados al momento de su nacimiento. La pareja aprovechará los vacíos legales que hay en el Distrito Federal para que las personas que se cambien de sexo y quieran modificar su nombre en documentos oficiales puedan hacerlo, aunque ya existe una propuesta del diputado local Jorge Carlos Díaz Cuervo que busca permitir esta situación.
En caso de que la iniciativa del legislador sea presentada y aprobada por el pleno de la Asamblea Legislativa antes de abril, como se tiene previsto, tanto Diana como Mario solicitarán el cambio de nombre en sus documentos, “pero aun así continuaremos siendo una pareja heterosexual”. No obstante, si es rechazada o aplazada, la pareja de todas formas solicitará que se les una en matrimonio. En entrevista con MILENIO, Mario afirmó que “la ley no impide que un hombre y mujer se casen, por lo que si el juez se niega, sólo lo hará por prejuicios”.
Asegura que el juez no se puede negar, porque “los dos contamos con nuestros papeles que acreditan el género con el que nacimos, (hombre y mujer), por lo que la unión sería entre de una pareja heterosexual, lo único que no concordaría sería la apariencia”. Lo mismo sucede ante los ojos de Dios, “somos una pareja hombre y mujer por lo que no consideramos que exista razón para que nos puedan negar ese deseo”.
Mario, quien no quiso dar a conocer sus nombres verdaderos hasta en tanto no se realice el trámite en la delegación Iztapalapa, asegura que a sus 45 años de edad, Diana, su pareja, tiene la ilusión de casarse por la Iglesia, por lo que confía en que ningún sacerdote se niegue a casarlos. Buscan como testigo a la CDHDF. Los preparativos de la boda van muy avanzados, incluso ya están viendo quiénes serán sus testigos, entre los que se encuentra el diputado federal David Sánchez.
La pareja acudió a la Comisión de Derechos Humanos del DF para solicitarle a su titular, Emilio Álvarez Icaza, mande un representante el día en que pedirán en la delegación que se entregue la solicitud de matrimonio, para que en caso de que se les niegue presenten una queja por discriminación. La ilusión de ambos es concretar una unión libre de prejuicios y para eso han decidido vender, incluso, la exclusividad de la boda a quien esté interesado en difundirla o en apoyarlos con la fiesta, el traje de novia y los gastos de la luna de miel.
“Para toda la vida” Mario, ex custodio (a) del Sistema Penitenciario del Distrito Federal, decidió pensionarse para disfrutar de su nueva identidad, que pudo obtener a los 49 años de edad, ya que fue hasta la década de los 90 cuando en México se comenzaron a practicar las operaciones quirúrgicas y los tratamientos hormonales que permiten a las personas cambiar de sexo.
“Nunca me asumí como mujer, siempre me peleé con mi cuerpo. No me gustaba tener busto y mucho menos tener un ciclo menstrual que me recordaba a cada minuto mi condición de mujer”, comentó.
Antes de iniciar el tratamiento “ya no soportaba que la gente se dirigiera a mí en términos femeninos. Empecé a guardar mi distancia, dejé de salir y todo para evitar que me siguieran tratando como mujer”, dijo. Por eso, después de “haberme decidido, me quite el busto e inicié mi tratamiento hormonal, con el cual obtuve la apariencia física de la que hoy gozo”. Mientras, su pareja también cumplió su sueño y se convirtió en mujer y, así, iniciarán una nueva vida.
Dice que no está dispuesto a sacrificar nada: “lo único que quiero es disfrutar mi segundo aire junto con Diana Laura, quien es ingeniero en mecatrónica”. Aseguran que después de casarse se irán a radicar a Pachuca, donde esperan consolidar su matrimonio durante toda su vida. “Estoy consciente de que si me caso será para siempre, no creo en el divorcio y sí en la felicidad”, finaliza.

La iniciativa

En marzo se presentará en la ALDF la iniciativa de reformas con la que se pretende que las personas transexuales modifiquen sus documentos oficiales. Además, establecerá la obligatoriedad para que en los hospitales del GDF se realicen las operaciones a quienes deseen cambiar de sexo. Con la iniciativa las parejas del mismo sexo no podrían unirse en matrimonio ya que el Código Civil local sólo establece ese derecho para las parejas heterosexuales (hombre y mujer). En marzo de 2007, entró en vigor la Ley de Sociedades de Convivencia, la cual permite la unión jurídica entre personas de diferente o del mismo sexo, quienes establecen un vínculo de ayuda y cooperación común.
México, DF, nota deGeorgina Pineda

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿En que nos afectaria o nos afecta los trangeneros?
Pienso que si cada quien toma su papel, pues vaya que mas da,tal vez sel unico marasmo seria el rol reproductivo.
Saludos sladogna

Juan Ramón G dijo...

Alberto:
Es más o menos fácil (excesivamente fácil por momentos), pensar a la “histeria” como un síntoma a la cientificidad de la época freudiana, a la medicina de la época específicamente. Lacan mismo, sobre todo en sus primeros escritos elogia el planteamiento freudiano, haciendo una lectura casi (me parece) sociológica. Con sus debilidades, si es sostenible que la histeria puede ser un síntoma ante la razón, entonces las nuevas subjetividades podrían ser también una respuesta sintomática.
¿Las nuevas sexualidades son entonces pensadas de esa forma?
No lo pienso en relación a cómo pensar a los sujetos que están en esa posición, sino, ¿qué nos están mostrando, es decir, en nosotros, el resto, la cultura, las sociedades, qué están destapando en nosotros? ¿Qué hay debajo de esta interpelación a la cultura?

Juan Ramón Glez
glezjr80@yahoo.com.mx