miércoles, enero 09, 2008

"Big Brother" y Televisa (texto de Flavio Meléndez Zermeño)

Big Brother”y Televisa
Flavio Meléndez Zermeño [i]
La salida de Carmen Aristegui del noticiero matutino de W Radio constituye un acto de censura por parte de Televisa y el Grupo Prisa. El argumento del comunicado de prensa de Televisa Radio, en el sentido de que el trabajo de la periodista no se ajusta a un modelo que la empresa viene implementando con éxito en otros países y que “tras un año de conversaciones no hubo posibilidad de un acuerdo entre ambas partes para incorporar a Carmen Aristegui a este modelo en México, basado en el trabajo en equipo y el derecho a la información plural y que obtiene liderazgo de audiencia en todos los países”, indica en su decir textual que de lo que se trataba para la empresa era de “incorporar a Carmen Aristegui”, es decir, convertirla en un elemento de la Corporación: no hay que olvidar que Televisa es una corporación no sólo en el sentido de una gran empresa que incorpora a otras, sino que además durante décadas fue uno de los pilares del régimen priísta y de su sistema corporativo de control social. Una corporación en un sistema de este tipo funciona como un cuerpo que sostiene su unidad a costa de excluir lo que aparece como diferente, como cuerpo extraño. Pero además ese comunicado enuncia algunas de las cualidades que han distinguido entre su amplio auditorio al noticiero de Aristegui –información plural y liderazgo de audiencia- atribuyéndoselas a otros, lo que equivale a reconocérselas en el acto mismo en que se las niega.
Con ese acto de exclusión y censura Televisa y el Grupo Prisa –accionistas mayoritarios de W Radio- le cobran a Carmen Aristegui el hecho de que haya abierto su espacio noticioso al debate plural del conflicto posterior a las elecciones presidenciales del 2006, de la llamada “Ley Televisa” y de la reciente Reforma Electoral. Es en esto que la Corporación defiende sus intereses económicos y políticos por encima del llamado que ha hecho en los últimos meses a la defensa de la “libertad de expresión”, pues el debate público de la Ley Televisa, que tuvo uno de sus espacios privilegiados en el noticiero de Aristegui, condujo a que la Suprema Corte declarara inconstitucionales algunos de sus artículos principales, poniendo así en cuestión el control cuasi-monopólico de Televisa en el ramo de las telecomunicaciones, y por otro lado la Reforma electoral aprobada por el Congreso de la Unión acabó con los privilegios de esta empresa y de TV Azteca en el gran negocio de la publicidad electoral. Si, como dice Jacques Lacan, el capitalista es la forma moderna que adquiere el amo de la antigüedad (El reverso del psicoanálisis, sesión del 17 de diciembre de 1969), en este caso el amo renuncia sólo temporalmente a la ganancia económica que representa un noticiero con al más alto rating, para buscar una ganancia mayor a mediano plazo a través del control corporativo y de su alianza con sectores del poder político.
Pero además es necesario inscribir la exclusión del noticiero de Carmen Aristegui en el marco de un avance del Estado de Excepción como forma de gobierno en la administración de Felipe Calderón. La reforma constitucional en materia de justicia y seguridad pública, que ha sido recientemente aprobada por el Senado de la República –regresándola con algunos cambios a la Cámara de Diputados para su aprobación definitiva-, establece en el párrafo 12 del artículo 16 que: “La policía podrá ingresar, sin orden judicial, a un domicilio cuando exista una amenaza actual o inminente a la vida o a la integridad corporal de las personas, así como en el caso de flagrancia, cuando se esté persiguiendo materialmente al inculpado”(La jornada, 14 de diciembre del 2007). Esta reforma, además de suprimir la inviolabilidad del domicilio particular, autoriza el arraigo domiciliario de un sospechoso hasta por ochenta días y la intervención de comunicaciones privadas. En la lucha contra el crimen organizado, como ocurre igualmente en la lucha contra el terrorismo, todo sujeto es virtualmente sospechoso. De esta manera el Estado de Excepción ha adquirido ya estatuto constitucional, estableciendo una zona en la que el Estado de Derecho queda suspendido y la excepción se confunde con la norma, con el argumento de que esa inversión entre lo legal y lo ilegal permite restablecer la legalidad propia del Estado de Derecho (sobre esta cuestión cf. Giorgio Agamben. Estado de Excepción. Adriana Hidalgo editora. Buenos Aires, 2005). A esto se suma el combate cada vez más militarizado contra el narcotráfico y la anexión de nuestro país, a través de la llamada “Iniciativa Mérida”, a la estrategia estadounidense de lucha contra el terrorismo –en esta dimensión toma toda su eficacia simbólica la aparición de Felipe Calderón con uniforme militar en algunas ceremonias oficiales.
Un régimen que requiere para su funcionamiento de ese espacio de excepción no se lleva bien con el grado de independencia informativa y de debate público que había alcanzado el noticiero de Carmen Aristegui. El espacio de excepción sólo se sostiene a costa de crear y mantener una zona de exclusión –se dice que “en la política no existen las casualidades”, pero da la casualidad de que Juan Ignacio Zavala, cuñado de Calderón, fue nombrado representante de los intereses del Grupo Prisa cuando éste asumió la Presidencia de la República, y en marzo del 2007 fue nombrado director de la W Daniel Moreno, periodista cercano a Zavala y por lo tanto a la familia política de Calderón: ¿se encuentra aquí el origen del ajuste de cuentas que excluyó a la periodista del cuadrante de la radio por abrir su noticiero al debate del conflicto postelectoral?
Ese régimen se va tornando semejante, en los rasgos propios del Estado de Excepción, al régimen autoritario gobernado por el “Big Brother” -Televisa fue la primera televisora que en nuestro país puso al aire un programa con este nombre-, que describe George Orwell en su novela 1984. Para ese régimen todos los miembros de la sociedad están bajo sospecha, son presuntos delincuentes o sediciosos, por lo que es necesario mantenerlos bajo observación, constantemente vigilados y cada uno es al mismo tiempo un delator potencial de sus semejantes -¿no es eso a lo que invita la propaganda oficial de la Procuraduría General de la República, a que cada ciudadano delate a los presuntos delincuentes que descubra en su entorno cotidiano? Se puede decir que a la manera de la “neolengua”, cuya invención Orwell le atribuye al tirano y sus colaboradores, en la que una cosa quiere decir al mismo tiempo lo contrario de lo que comúnmente dice, cuando Televisa y sus personeros defienden la “libertad de expresión” –en su intento de recuperar el negocio millonario de la publicidad electoral que la reciente reforma les arrebató-, en su “neolengua” quieren decir: “suprímanla”. Discurso y prácticas de un amo corporativo a la altura del régimen de excepción que empezamos a vivir.

[i] analista, miembro de la école lacanienne de psychanalyse - escuela lacaniana de psicoanálisis.

No hay comentarios.: