jueves, septiembre 06, 2007

El amor del censor: caso de la censura al filme de Luis Mandoki y Federico Arreola

Estimado Federico:

Le hago llegar unas líneas para insistir en un dato: los hechos del inconsciente también son parte de la política, la política es inconsciente, decía Freud. ¿A qué hago referencia? El día de ayer usted en una conferencia de prensa nos informó de la censura que afectará, en México, a un filme en proceso de conclusión "2 de julio el fraude que nadie vio" dirigida por Luis Mandoki y producida por usted.

Bien como siempre tomemos al pie de la letra el posible título del filme, llama la atención que de acuerdo a uno de los censores, Alejandro Ramírez, Cinépolis, él afirma "Soy amigo personal de Felipe Calderón y no puedo exhibir una película que lo cuestione"; bien él dice: se trata de una "cuestión" que él ve, es decir, él no queda afectado por "el fraude que nadie vio" pues sí, él lo ve y lo dice. Es más, Ramírez quiere censurar la "cuestión" que afectaría a su amigo; él responde con su forma de vivir el amor de una amistad.

¿Cuál es la causa de la censura? Según Ramírez no acepta que se "cuestione", es decir, que se cuestione a un amigo de él, que se le formule una pregunta. ¿Cómo explicar que no se acepte una cuestión, una interrogación a un amigo? Tengamos en cuenta que "cuestionar" no es más que sinónimo de "interrogar". Esa dificultad muestra la presencia de un acto de amor.

Usted dirá el psicoanalista Sladogna es un exagerado, y tiene usted motivos para pensar eso pues en psicoanálisis y ante los hechos inconscientes, todo es una exageración (decía Adorno), salvo la verdad contenida allí. Amor, de quién, se trata de una figura conocida en el análisis "El amor del censor". Alejandro Ramírez, y otros que usted denuncia, tiene un amor muy alto por aquello que censura. Sólo le solicito que observe la forma en que opera un censor: él debe ver lo que otros no verán, el objeto censurado será sólo para sus ojos, debe estudiar en detalle, por ejemplo, una película o su argumento, está obligado a escrudiñar cada detalle; por favor, le parece exagerado decir que esa es la actividad que se despliega en la actividad amorosa: ella o él enamorado no deja nada de su objeto de amor sin revisar y esculcar, para luego impedir que otros pueden tener a ese objeto como objeto de amor pues lo quieren solo para ellos, tratan de aprisionarlo para que otros no lo puedan llegar a amar. La censura es un crimen pasional a nivel de las ideas, en este caso un crimen a nivel de un filme: al censurarlo se lo quiere asesinar para que otros no lo vean. Lo veo sólo no loverá nadie es la consigna del censor enamorado o del enamorado censor.

Si no tuviesen tanto amor, junto con su anverso el odio, si no lo tuviesen ¿por qué les afectaría una película que, según ellos, nadie vería? El amor de este y de los otros censores, estimado Federico, revela una gran paradoja -propia de la actividad inconsciente- por la vía de la pareja del amor y el odió revelan su amor por Andrés Manuel López Obrador, sino fuere así para que emplean el chantaje - "si la distribuyes te voy a correr"; el chantaje y las amenazas ocupan un lugar más que interesante en los avatares de la vida amorosa, de eso puede dar cuenta cualquier enamorada o cualquier enamorado. El amor no hace siempre las delicias de la vida.

En este caso además, se trata de un "amor de amo", usted coincidirá conmigo en que Borbolla -Warnes Bross-;Bernardo Gómez -Televisa-; Ramírez, Azcárraga y otros, no se comportan como industriales de la época del neoliberalismo -para estos la posibilidad de la ganancia está más allá del amor del amo y de las simpatías, sólo cuenta el amor por el dinero- mientras que los personajes que usted denuncia son los "amos" del mercado, no tienen competencia y por ende, aman de acuerdo a su condición. Las formas del amor desplegada por el censor fue especialmente estudiada por Pierre Legendre, en su obra "El amor del censor. Ensayo sobre el orden dogmático"-Anagrama, Barcelona, 1979.

Disculpe la fatiga de estas exageraciones, pero en efecto, el inconsciente al poner en tela de juicio la simulación del poder y sus formas eróticas no mide sus alcances.
Un saludo cordial y afectuoso --
Alberto Sladogna, analista

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