martes, noviembre 07, 2006

El psicoanalista en la política, hoy

JORNADA DE TRABAJO DE
triskel (
www.triskel.com.mx)
Asociación de la escuela lacaniana de psicoanálisis

EL PSICOANALISTA EN LA POLÍTICA, HOY
Ejercicio de construcción, en el ámbito público, de un lugar para el psicoanalista, en el cual la política no resulte excluida

Cuando los nazis vinieron por los comunistas
me quedé callado;
yo no era comunista.
Cuando encerraron a los socialdemócratas
permanecí en silencio;
yo no era socialdemócrata.
Cuando llegaron por los sindicalistas
no dije nada;
yo no era sindicalista.
Cuando vinieron por los judíos
no pronuncié palabra;
yo no era judío.
Cuando vinieron por mí
no quedaba nadie para decir algo.

Atribuido a Bertolt Brecht, o a Martin Niemöller, o a...

Aunque en nuestro medio ‑México, D. F.‑ no ha sido habitual admitirlo, el psicoanalista involucrado en la transmisión del psicoanálisis (aunque no sólo éste), más allá de su grupo de trabajo o de pertenencia, más allá de su escuela o institución, el psicoanalista forma parte de la vida pública del país en el que ejerce su práctica.

Sin embargo, y debido precisamente a la particularidad de esa práctica, no cabe que el psicoanalista se presente en los espacios públicos de cualquier manera. Por ese motivo, como punto de partida de este ejercicio, reconocemos la incompatibilidad de la posición del intelectual asimilado al poder y la del psicoanalista. Nos referimos especialmente al “experto”, al “especialista”, que fundamentan su inserción en el poder en su saber académico especializado o en su actividad de escritor (por ejemplo, Carlos Fuentes). Nos referimos a los intelectuales investidos con atributos de pontífice ‑parece que se creyeran infalibles‑ que más que colaborar con el pensamiento, prescriben sobre lo que sea: la democracia, la identidad, la función social de las instituciones, los ingredientes de la política, etc., incluso como “disidentes oficiales”. Por lo tanto, en este ejercicio, nos toca despejar la relación del psicoanalista con los conflictos propios de la situación política en esta coyuntura particular que estamos viviendo.

Pero en nuestro medio, salvo las debidas excepciones (por ejemplo, en Psicopatología de la vida política cotidiana, actividad realizada en Guadalajara, el 25 de agosto de 2006), la participación de los intelectuales y la de los psicoanalistas en las circunstancias actuales de la política ha sido calamitosa. A propósito de estos últimos, desde el punto de vista de la metodología más general de cualquier actividad intelectual, del teórico o clínico, del de la política más rudimentaria, las escasas participaciones de psicoanalistas en comentarios de la actualidad política en México, del tipo de los que se pueden ver y escuchar en http://www.youtube.com/watch?v=3CMA-v6_6dA, no abren ninguna discusión, no diseñan ningún lugar para el psicoanalista y excluyen la política de su horizonte.

Por ese motivo, y con la finalidad de disponer de la materia prima necesaria para comenzar este ejercicio en México, presentaremos la manera en que algunos psicoanalistas se insertaron, en Argentina, en la polémica ‑y en la irritación‑ desencadenada por los términos de una carta del filósofo y escritor Oscar del Barco (ver Debates en http://www.revistalaintemperie.com.ar/), en la que manifestaba su arrepentimiento por el apoyo que en el pasado él le había brindado a la lucha armada, a la guerrilla. En el contexto del inicio de la salida de una profunda crisis económica, social, política, que hizo tambalear las instituciones argentinas desde sus cimientos, en un contexto social caracterizado por la necesidad de construir la historia reciente, incluida la del proyecto de exterminio llevado a cabo por la dictadura militar de 1976-1983, los psicoanalistas se incluyeron en el debate desencadenado por del Barco. Por ejemplo, la revista Conjetural dedicó una parte de sus números 42 (mayo de 2005) y 43 (octubre de 2005) a este tema. El número 6 de la revista Lucha armada en la Argentina incluyó un texto de Mario Betteo, psicoanalista radicado en Buenos Aires, acerca de la misma cuestión.

Es claro que hay diferencias notables entre las sociedades de México y Argentina. Pero en ciertos puntos, el totalitarismo se expresa con el mismo lenguaje en diferentes países. En Argentina, el golpe militar que el 6 de septiembre de 1930 derribó un gobierno no menos legítimo por errático, se inspiró, según sus declaraciones, en el “bien público”, proclamó el “respeto a la Constitución y a las leyes vigentes” y aspiró “devolver la tranquilidad a la sociedad”. Los gobernantes surgidos de ese golpe juraron “observar y hacer observar fielmente la Constitución” y sostuvieron: “empeñamos nuestra palabra y nuestras vidas para conseguir que la República vuelva a su estabilidad institucional” (citado en Tulio Halperin Donghi, La República imposible (1930-1945), Ariel, Buenos Aires, 2004, pp. 335-336). De ahí en adelante, los distintos gobiernos surgidos de golpes militares declararon el respeto a las instituciones y a las leyes, aunque las violaran al acceder al poder mediante el derrocamiento de gobiernos legalmente constituidos. El colmo fue la sangrienta dictadura iniciada el 24 de marzo de 1976 que pretendió “reconstruir” la forma de vida “occidental y cristiana” cometiendo los crímenes más atroces.

En México, el discurso que defiende las instituciones y la aplicación de las leyes de acuerdo al lenguaje totalitario avanza día a día. Las declaraciones de intelectuales acerca del proceso electoral del 2 de julio, por ejemplo, las que sostuvieron que fueron las más limpias de la historia de este país o las que afirmaron que en ese proceso electoral no hubo fraude, advertidamente o no, alimentan no sólo el discurso totalitario sino también el recurso al uso de la violencia de los aparatos represivos contra los que se manifiestan como partes involucradas en conflictos no resueltos (por ejemplo, los artículos del número de octubre de 2006 de la revista Letras Libres que caen bajo el título “Lidiar al México Bronco”).

Pero la práctica del psicoanálisis y su transmisión no son independientes del contexto político en el se efectúan. Cuando el totalitarismo llega a cierto nivel de represión, la práctica del psicoanálisis ‑como la de cualquier actividad de la cultura, el arte, la ciencia, la política‑ empieza a perturbarse hasta que en algún momento llega a hacerse imposible. Por eso es necesario, hoy, despejar el lugar del psicoanalista en la política.

FECHA: sábado 2 de diciembre de 2006.
LUGAR: Sala José Revueltas. Centro Cultural Universitario. Ciudad Universitaria.
HORARIOS:
A las 12 horas, proyectaremos la película Trelew (Argentina, 2003, 98 minutos)
, documental de Mariana Arruti. Sinopsis: Agosto de 1972, durante la dictadura militar de 1966-1973. Cárcel de máxima seguridad de Rawson, Patagonia Argentina. El plan de fuga de más de un centenar de presos políticos se pone en marcha. Algunos logran alcanzar el cercano aeropuerto de Trelew, su puerta de escape hacia el Chile socialista. El resto correrá distinta suerte. Trelew es un punto de quiebre, presagio de lo que vendrá en un país que ya no será el mismo.

De 16 a 19:30 horas, en el mismo lugar: Presentaciones de Alberto Sladogna, Miguel Felipe Sosa, José Steinsleger, seguidas de las respectivas discusiones.

Inscripción a la presentación de la tarde: de 11:30 a 12 y de 15:30 a 16 horas, en la misma sala. Contribución: general, $ 150; estudiantes, $ 50.

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