jueves, noviembre 29, 2007

El árbitro, el futbol, el psicoanalista: ¿Ocaso de la función tercera?El caso del Dr. Luis Carlos Ugalde, presidente del Instituto Federal Electoral

Sigmund Freud en su obra Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos (1913 [1912]) investiga una concepción del mundo, la del neurótico, una forma de subjetividad dominante en la sociedad occidental de nuestro días. Allí de manera sucinta los hijos asesinan al padre de la horda primitiva, éste no les permitía acceso al goce de las mujeres –eran, según Freud, todas para él-y luego a consecuencia del sentimiento de culpa, instauran el culto al padre, a los antepasados y fundan una ley. La culpa revela en ese caso el amor de los hijos respecto del padre, Freud no específica cuál sería la posición afectiva de las hijas. Al pie de la letra ellas no fueron tomadas en cuenta, y quizás, por ello quedan, con cierta facilidad, al margen de esa ley. Esta ley fungirá como un árbitro teniendo a su cargo arbitrar quien vive dentro o fuera de la ley; esta ley tendría a su cargo fundar los componentes éticos de la cultura, al menos eso escribía Freud.

Jacques Lacan, en su enseñanza oral y escrita, entre los años de 1953 y 1962, desplegó el conjunto de las consecuencias de esa ley paterna, su forma de instalación mediante el crimen primordial y quizás debamos a él, la confusa precisión de que la ley paterna establecía en la cultura, un elemento tercero (simbólico), un árbitro que le permitiría a los humanos salir de los efectos agresivos, de agresión y de pasaje al acto que las relaciones duales provocan al carecer de una estructura tercera que media entre uno y otro de los miembros del globo de la dualidad:” O Yo o el otro”, el semejante se instala como un enemigo que pretende quedarse con mi lugar y por consiguiente tendría que ser eliminado para no quedarme “Yo” sin ese lugar. Los hijos castigan en el padre una semejanza que les arrebataba su lugar, tan es así que Lacan localizó como ese mito de Freud contiene una paradoja: los hijos sólo obtienen acceso a una “mujer”, su madre, mientras que el resto de las mujeres por efecto del crimen quedan prohibidas para ellos y las sigue gozando el padre. Algo no encajaba, al menos para Lacan, en la lógica de este mito fundador: por un lado las mujeres no eran tomadas en cuenta y luego, la “madre” quedaba con su arbitrio o arbitrariedad o arbitraje sin ser objeto de estudio. Un tema que él ya había insinuado al mostrar , en 1938 – Los complejos familiares- el singular papel que la “madre” ocupaba en el libro de Adolf Hitler, Mein Kampf (Mi lucha, aparecido en dos tomos, 1925/1928). Una figura de ese horizonte de la arbitrariedad se localiza con bastante precisión, por ejemplo, en el lugar que ocupa la “madre” en la familia de los narcotraficantes.

El término “árbitro”: deriva del latín arbitrare, proceder uno con su propio arbitrio. En el derecho se dice juzgar como árbitro a la facultad del juez para la apreciación no fijada en una ley, juzgar bajo su libre albedrío. Es un procedimiento por el cual las partes en conflicto, se someten a la decisión de un tercero, sobre el cual se han puesto de acuerdo con el fin de que éste evalúe, aprecie, analice y decida, sobre el mérito de sus respectivas pretensiones. Este procedimiento adversarial finaliza con un documento redactado por el árbitro, quién resuelve, mediante la aplicación de sus conocimientos técnicos o personales, la controversia suscrita por las partes y sometidas a su resolución de carácter vinculante (obligatoria).

Luis Carlos Ugalde, en su carácter de presidente del IFE fungió como árbitro de la campaña electoral para elegir presidente de la República el 2 de julio del 2006 en el país. Pertenece a la naturaleza del lenguaje, no de la palabra, pertenece al lenguaje, que al abrochar -nombrarla- cualquier cosa que signifique, o qué signifique, el referente nunca es bueno:Toda designación es metafórica (Lacan, 1971). La metáfora designa una cosa por otra: Ugalde es designado por el término “árbitro” que le permite calificar el valor legal o legítimo o ilegal de un resultado electoral.

En el territorio del lenguaje y de los discursos que el lenguaje permite sostener, los lugares de cada quien son lugares formados por la apariencia, alguien es designado, no ocupa ese lugar por su ser. Y como bien dice el saber conjetural de las llamadas clases “subalternas” (Gramsci, Ginzburg, Freud, Lacan): las apariencias engañan, el refranero popular dice: “No todo lo que brilla es oro”; ese mismo saber indiciático–organizado por indicios- reconoce que sin el brillo no se localiza el oro. El orden de las apariencias es uno de los órdenes que componen la vida cotidiana de los humanos; no es posible suprimir su presencia, misma que afecta a todos y a cada uno de los habitamos el lenguaje; la apariencia y las apariencias son parte de lo que posibilita la vida en sociedad.

Retornemos al licenciado Luis Carlos Ugalde. En el noticiero matutino de Carmen Aristegui, trasmitido por radio (México, DF, 29/11/2007), fue interrogado con motivo de su separación del cargo en el IFE. Ugalde despliega en la entrevista de manera reiterada metáforas del futbol para dar una imagen de la situación vivida en el país con motivo de las elecciones del 2 de julio del 2006. Además esa retórica intentaba dar cuenta de hechos que son “legales” y que él reconocía como siendo pecaminosos, por ejemplo, cito el caso del ex presidente Fox quien empleó 2.000 millones de pesos en anuncios publicitarios que apuntaban a inclinar el voto hacia un candidato en detrimento de otro, “eso – dice él- lo sabíamos”, claro que de todas formas “era una acción legal”. Al síntoma posmoderno que la gente expresa a voz en cuello “No hay ley” –indicando una nostalgia por el retorno a una ”ley dura” que sostenga un orden; el orden es un objeto de culto posmoderno; de ese síntoma Ugalde detectaba una consecuencia: las cosas que la ley convierte en legales no logran ser trasmitidas a la población, y está última se muestra escéptica frente a las inextricables y farragosas “explicaciones de verdades jurídicas” secretas, secretas para la población. El secreto es una de las fuentes para ampliar el descreimiento.

Ugalde entrado en la cancha procedió una vez más a recurrir al futbol: “Carmen mira, tú y yo asistimos a un encuentro de futbol donde se produce al terminar un empate; al finalizar el juego, los jugadores se ponen violentos y se agreden; luego en las tribunas hay disturbios, peleas; al salir del estadio se producen situaciones de descontento, desmanes. Y en ese momento los “medios” [sic, resic y recontrasic] culpan al árbitro que sólo se limito a cumplir con las leyes que organizan el encuentro, eso no es correcto” (Noticias con Carmen Aristegui, FM 96.9,29/11/2007,a las 8,15 hrs).

La noche anterior a ese reportaje en el Estadio del Club de futbol Guadalajara se jugó uno de los cuatro partidos que permitirán conocer a quiénes serán los finalistas del torneo mexicano. Se trató del juego de las “Chivas” del Guadalajara y los “Potros de hierro” del Atlante. Notemos algo, el presidente del club de Jalisco, ha declarado abiertamente sus simpatías por el licenciado Calderón y no ahorró denuestos contra Andrés Manuel López Obrador; mientras que entre los “Potros de hierro” del Atlante quién no recuerda las posiciones políticas de Félix Fernández cuando era portero de los Potros. En fin, esto es una anécdota. El día de ayer (28/11/2007) las Chivas ganaron a los Potros por un gol a cero, gol marcado de penal que ejecutó Ramón Morales. Hete aquí una cuestión narrada por el periódico La Jornada, en su página de deportes (29/11/2007): “El cuerpo arbitral acuchillo al Atlante con un polémico penal”. El comentario de La Jornada es sobrio, pues la noche anterior, los narradores televisivos del encuentro, los comentaristas de los noticieros nocturnos mostraron unanimidad inimaginable: el penal no existió (CNN, Fox Sport, Spn, Telefórmula, etcétera). Es decir, el árbitro haya sido por los motivos que haya sido sancionó, arbitró un penal que no había tenido lugar, tanto que pasaron más de 30 segundos para que el silbante hiciese sonar la ocarina para marcar la falta.

A diferencia de la metáfora de Ugalde, la noche anterior el árbitro, por los motivos que sean, quedó en falta y sin saberlo le cargo la factura a los contendientes, en particular, a la oncena de los Potros de Hierro del Atlante y a los jugadores de las Chivas, cuyo presidente podrá decir, sin lugar a duda “Haiga sido como haiga sido ganamos” (declaraciones del Lic. Calderón a Denise Maerker, ver, México 2006: fraude, filme del director Luis Mandoki).

Por la vía del discurso que sostiene a Ugalde, un árbitro de la contienda electoral, llegamos al campo del lenguaje, allí donde cada uno tiene una cita con él, allí es donde se realiza la singularidad de cada quién, la singularidad se da sólo en el colectivo. De ahí que cada discurso ha de leerse como una forma de lazo social fundado en el lenguaje (Lacan, 1972). El árbitro por su raíz latina es parte de la familia de términos tales como arbitraje, arbitrario, es decir esa función descansa en el “libre” arbitrio de quien la desempeña, es decir , es una función que tiene muchos elementos menos uno: no es objetiva. Carece de objetividad y no puede serlo pues es una función del lenguaje que toma a los humanos, y los hechos humanos para ser tales, requieren del hecho real, de los hechos reales, de la realidad de los hechos reales proviene la subjetividad de cada quién y no a la inversa. Las posiciones subjetivas son producidas por los hechos reales que actúan sobre cada quien, no es a la inversa.

Regresemos por última vez a Luis Carlos Ugalde el comentarista de futbol o el promotor de metáforas futbolísticas para dar cuenta de los sucesos electores de julio del 2006. Cuando se dejó llevar por su habla quedo tomado por la metáfora del futbol mostraba que esa actividad deportiva no le era ajena, entonces esa metáfora fue su cita con el lenguaje, no surgió de la nada, incluía el partido de futbol entre el Guadalajara y el Atlante de la noche anterior, donde una decisión arbitral, sancionando un penal que sólo el árbitro y su juez de línea vieron; mientras que los espectadores presentes en el estadio, los televidentes y los cronistas deportivos no lo vieron.

El incidente rememorado por el singular estilo de Ugalde ofrece un dato que no deja de guardar relación con el lugar del analista en el curso de tal o cual cura, pues afecta la neutralidad supuesta a uno u al otro; se muestra que el árbitro no es neutral, se revela que su cuerpo, sus posturas sobre el juego, su visión son participes de aquello que él arbitra y luego se lo trata de mostrar como “objetivo”, la posmodernidad tiene aversión por lo subjetivo y una gran fascinación –pariente de fascismo y de falo- por lo objetivo. Lo objetivo sería un acto humano sin la participación de la persona, el sexo, la erótica, la ideología política u analítica que esa persona tiene al formar parte de lo que el lenguaje construye en las sociedades humanas y entre los humanos.

Las metáforas de Luis Carlos Ugalde contienen un plus en la medida que transmite una verdad como saber, y viene al caso interrogarse ¿Cómo saber sin saber? Pese a su apariencia y gracias a su apariencia Luis Carlos Ugalde muestra como él, al igual que cada uno, está habitado por un saber no sabido que no por "no saberse" deja de ofrecer un saber de una parte de la verdad: el árbitro del futbol, el árbitro electoral y analista no son neutrales ni objetivos. El árbitro se presenta como neutral y objetivo en un juego donde él participa, el psicoanalista freudiano se muestra como neutral, según Freud, ante los decires de su paciente ¿Será necesario seguir sosteniendo una neutralidad que no es ni lo uno ni lo otro cuando el cuerpo, la subjetividad teórica y práctica del analista participan del juego del análisis? Es que acaso ¿Será viable un análisis aséptico en el medio abyecto de la subjetividad?
Alberto Sladogna,
Analista de la elp.
México, DF, Coyoacán,
29/11/2007

lunes, noviembre 19, 2007

EL SONIDO ABSOLUTO Y OBSCENO ¿PARA QUÉ REDOBLARON, REPICARON, REPLICARON LAS CAMPANAS DE LA CATEDRAL? Alberto Sladogna, psicoanalista

Nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti.
John Donne

El sonido es uno de los lugares privilegiados de la erótica del cuerpo humano; el sonido afecta al cuerpo de una forma singular y precisa: toca al oído de tal forma que no es factible dejar de escucharlo, es una voz autoritaria, absoluta. Su componente absoluto es producto de un hecho mínimo: el oído es uno de los agujeros del cuerpo que carece de cierre, no puede cerrarse, como los ojos o taponarse como la nariz o obturarse como la boca; el oído carece de párpados y no puede cerrarse, ni de día de ni de noche; así aquellos que escuchan voces y sonidos días y noches enteras deambulan por la casa, por las calles o por -lo que antes fueron- los albergues psiquiátricos con trozos prominentes de algodones en un vano intento de obturar el sonido que llega de forma ininterrumpida; el sonido es invasor, invade nuestro cuerpo, y en muchas ocasiones nos impide hablar, es decir, el sonido autoritario tapona nuestras bocas. Un caso ejemplar de esta situación es como los medios de comunicación, en particular, la televisión tratan de asociar el sonido y las imágenes para dejar sin voz a los que ellos consideran que no deben tener derecho al ejercicio del habla.

A la manera de Pascal Quignard escribimos:

El sonido de la música es la única de todas las artes que ha colaborado en la exterminación de los judíos organizada por los alemanes desde 1933 a 1945. La única que fue requerida como tal por la administración de los Konzentrationlager. En detrimento de este arte, que fue el único que pudo acomodarse a la organización de los campos para ensordecer el hambre, a la indigencia, al trabajo, al dolor, a la humillación y a la muerte.

El autor citado escribió en La haine de la musique, Hachette, París, 1994 (traducido al castellano de forma lamentable como “El odio a la música”) sobre los destinos de algunos de los músicos del campo de concentración de Auschwitz:

Viktor Ullmann murió en Auschwitz el 17 de octubre de 1944. La última obra compuesta por Ullmann en el campo se titula Séptima sonata. Se la dedicó a sus hijos Max, Jean y Felice. La fechó el 22 de agosto de 1944. Luego, siguiendo la reflexión de Karel Frohlich, Viktor Ullmann escribió en el pie de la primera página un copyright sarcástico. Existe un humor último. El humor último es el lenguaje en el instante en que supera su propio límite.“Los derechos de ejecución quedan reservados para el compositor hasta su muerte.

El domingo 19 de noviembre en el Zócalo, México, DF., el día séptimo de la semana, al efectuarse un acto político de la Convención Nacional Democrática, a las 11,45 horas comenzó a hacer uso del micrófono la senadora Rosario Ibarra de Piedra para exponer sus puntos de vista, los de esa agrupación, respecto de los derechos humanos y su situación en el país. Al iniciar su intervención se vio compelida a elevar el tono de voz pues las campanas de la Catedral repicaban -¿replicaban?- con tal intensidad, cadencia, tono y duración que ni siquiera ella misma lograba escuchar su voz –cfr.: su testimonio en el noticiero radial de Carmen Aristegui del día 19/11/2007. Allí apareció el componente absoluto del sonido, el sonido celestial de las campanas obturaba saturando de sonidos los oídos de los asistentes. Ese repique, ese "replique" no pasó, no podía pasar desapercibido a los asistentes de ese día domingo en el Zócalo, no en la Alameda; domingo, el único día de semana en que Dios descansa de acuerdo al relato bíblico de la creación del mundo – el cineasta Carlos Saura en El séptimo día. Las cosas que ocurren cuando Dios descansa, filmó una matanza ocurrida en un pueblo de creyentes de España. El descanso de Dios dejó el sonido en manos de los hombres del campanario. Conviene recordar que tocar las campanas no se hace sin el arte del sonido musical, no cualquiera las toca y no se tocan de cualquier manera como lo revelan sus efectos, en particular, éste domingo en el Zócalo.

Una porción de los asistentes aturdidos por el sonido e impedidos de cerrar sus oídos se presentaron en la Catedral, ingresaron a la misma sin solicitar permiso, arremetiendo contra aquello que molestará su circulación e increpando a las autoridades de la Iglesia por el inusual tiempo de permanencia del repique de las campanas. El lector notará que ellos actuaban conducidos por el sonido, el mismo sonido de las campanas que se instaló en sus oídos y en del resto de los asistentes, durante casi 15 minutos sin pedir permiso a nadie y a ninguno de los oídos allí presentes. La voz del sonido es obscena y no por nada el componente sonoro es una parte importante de las solicitudes obscenas que el superyó desata sobre tal o cual ciudadano. El absoluto del sonido se confirma en un hecho, el oído es el anagrama del odio, el odio causado por un sonido al que no se puede dejar de prestar oído.

Las autoridades de la Catedral replican, ¿duplican?, elevan la apuesta y toman una postura, anuncian el cierre de la Catedral hasta tanto no haya condiciones, dicen ellos, de seguridad, para los feligreses y los oficiantes del culto. Ese anuncio lo llevó a cabo el Consejo Episcopal de la Arquidiócesis de México. Ese organismo aduce la “profanación” de un lugar “sagrado”, ignorando que no pocos de los asistentes a la Convención, y quizás una mayoría de quienes irrumpieron en la Catedral, eran y son católicos practicantes. El abogado de esa comisión o de la Catedral ubica a Rosario Ibarra de Piedra como la "autora intelectual" de los acontecimientos pues "su decir" sería la causa que organizó a esas personas ensordecidas y molestas por tanto ruido -testimonio del abogado en el noticiero arriba citado. Allí en la acusación se juega una cuestión de sonidos, más bien de sonido: el abogado indica que Rosario I. de Piedra dijo “habría que investigar” y a renglón seguido una cierta cantidad de creyentes salieron a cumplir el mandato de esa voz, mientras que en la grabación, la senadora se preguntaba “¿Sera que las campanas de la Catedral también saludan a la Convención o se trata de acallar las voces aquí reunidas? ¿Habrá que investigar?” Una ironia causada por un sonido que estabá antes de la ironia y que continuaba más allá de la ironia; esa ironia era un intento de hacer algo ante un sonido.

Es necesario anotar que al cerrar la Catedral Metropolitana la Iglesia y su jerarquía no puede desconocer un hecho teológico: cerrar el templo implica dejar a los creyentes sin la mediación del cuerpo de la iglesia ante Dios, un templo es parte de ese cuerpo, y por ende, cada uno de ellos -muchos o pocos- "deberán", "deberían", "¡deben!”;”..." tomar en sus manos esa relación y desprenderse del impedimento que lleva al cierre del templo. Bien, ¿es o no casualidad, que eso sea semejante –y quizás igual- a la acción que la jerarquía católica mexicana efectuó a través de su Comité Episcopal Mexicano el 25 de julio de 1926? quien en una carta pública declaró lo siguiente:

Su santidad Pio XI, profundamente conmovido por la persecución religiosa que desde hace algún tiempo se viene ejerciendo contra el pueblo mexicano, y que ha comenzado aún antes de las brutales medidas recientemente aceptadas (Reglamento del presidente Calles sobre la laicidad de la enseñanza en las escuelas confesionales -23/07/1926)"

Luego, el Comité basado en una formula del derecho romano, una ley que no es justa no es una ley, y por lo tanto no ha de respetarse como tal, deriva de ese precepto latino, la no existencia de leyes, extrajo un acto conclusivo, subrayo, un acto conclusivo:

Colocados en la imposibilidad de ejercer nuestro sagrado ministerio sometido a las prescripciones de ese decretación,..., ordenamos a partir del 31 de julio del año en curso, y hasta nueva orden, todo acto de culto público que exija la intervención de un sacerdote quede suspendido en todas las iglesias de la República...Dejamos las Iglesias confiadas a los fieles (Cfr. :Jean Meyer, historiador católico, en La Cristiada 2.- El conflicto entre la Iglesia y el Estado, 1926-1929, Siglo XXI, México, 13 ed.,1994, pp.263-273)-

Hoy se sabe que ese "acto conclusivo" fue parte del detonador de la guerra cristera, pues debido a su carácter performativo, los creyentes, sin mediación “debían” defender, no a la Iglesia, sino a Dios, en ese caso a Jesucristo a quien consideraban ofendido. el representante legal de la Catedral Metropolitana procede a una operación semejante al acusar de autora intelectual a la senadora doña Rosario Ibarra de Piedra, procedía de la misma manera pues en ningún momento tomó nota del sonido, del sonido musical autoritario del "repique" o "replique" de las campanas de Catedral durante 12 minutos –según el periódico La Jornada (19/11/2007), para otros asistentes fue de alrededor de 15 minutos el desconcierto del campanario. Es decir, esa "causa" a cargo de la Iglesia se la intenta borrar, disminuir, ocultar,.... Y entonces se abren los causes para decretar que los "locos", los "suicidas", los "enajenados mentales", los “violentos", los “infiltrados” pertenecientes a los creyentes que estaban en la Convención Nacional Democrática sin causa alguna atacaron a la Iglesia. Decimos “creyentes” al conjunto de los participantes pues sólo los tenues hilos de la creencia en una salida política a las dificultades de la polis permiten a esos ciudadanos seguir a la búsqueda o construcción de un camino para que sus voces cuenten o, por lo menos, se lleguen a escuchar.

El abogado de la Catedral para acusar pone en juego una teoría de la articulación entre una causa y sus efectos: como la senadora habría dicho lo que él dice que dijo, entonces un grupo “profanó” un lugar “sagrado”; su teoría que no es lejana a las variadas formas del complot, nos permite seguir un hilo trágico y darle sonido para que, quizás sea factible escucharlo. En forma retórica nos apoyamos en la teoría del caos, allí un suceso imprevisible, por ejemplo, una simple declaración provoca un evento aparentemente inconexo, que a su vez es posible que provoque uno más y otro. Un simple aleteo de una mariposa puede ocasionar un huracán –Cfr.: Teoría del caos, José Luis M. Trigos, guión: Ana Inés Urrutia, FisiComics, Unam, 2005, DF.

¿A qué viene esta convocatoria retórica a la teoría del caos? Viene a cuento por la puesta en juego, ese día domingo, de una red tórica. El toro es una dona que articula el exterior y el interior de un espacio de singular manera, por ejemplo, no están separados, sino que ciertas trayectorias en esa superficie tórica colocan exterior/interior en continuidad. Añadimos que convendría tomar nota de un hecho: el repique y el replique de esas campanas tienden a magnificarse, son amplificados, son ampliados por los medios masivos llamados de comunicación, para qué y con qué propósitos, no se lo puede indicar, sólo se subraya esa operación de amplificación. Si fue para tapar, ocultar, censurar, silenciar las voces escuchadas en el Zócalo eso está fuera de nuestro alcance por ahora y dependerá de los puntos de vista en juego, sólo constatamos que se llevó a cabo una ampliación. Si esas voces fuesen tan débiles ¿para se requiere tanto ruido amplificado? En ese contexto, recurrimos al aleteo de una mariposa, ocurrido en el curso de la madrugada del domingo, ese aleteo anuncia quizás un horizonte trágico, se trata de lo siguiente: el cabeceo o el cabezal de la primera plana del periódico Milenio del domingo 18/11/2007: AMLO es un lastre -declara Roger Bartra-para la izquierda mexicana Lamento indicar que un "lastre" suele ser algo para desprender o arrojar o para quitarse de encima de cualquier manera en ciertas circunstancias ¿Qué anunció esa primera plana? Ahora si adquiere una precisión literal formular la siguiente pregunta ¿A qué objetivo u objeto "apunta" el repique, el replique y su amplificación mediática de las campanas de Catedral? ¿Se apunta a AMLO? ¿Se apunta también a una película que resulta para algunos sectores digna de ser callada "de cualquier manera"- frase ya empleada y método ya propuesto por el intelectual, Jorge G. Castañeda?

Si así fuese, muchos elementos convocan, seducen, para efectuar una rápida interpretación de confirmación de tal hipótesis, y por ende conviene detenerse, si así fuese, aceptando sin conceder o convalidar un supuesto complot, convendría tomar nota de un elemento del lenguaje: un "lastre" también es una pieza de importancia que permite sostener algunos equilibrios, provisorios o permanentes; un barco contiene un "lastre", por ejemplo, el país es un barco donde estamos cada uno de los que vivimos en él, ocupemos el camarote o la clase que sea, entonces el lastre permite mantener el barco a flote y le permite navegar haciendo frente a las tormentas que el movimiento desata entre las diversas clases del barco , es decir, el "lastre" permite y da lugar a las tensiones sin tener que aturdirlas o callarlas con la voz del amo absoluto de un sonido insoportable ¿O no? Jacques Lacan, un psicoanalista, no dejaba de subrayar que la política es inconsciente y no por eso muchos menos eficaz y quizás hasta destructiva para con la política misma.

martes, noviembre 06, 2007

EN LA BIBLIOTECA DEL "PADRE" : INTERROGANTES PARA LA "CULTURA"

(El presente texto ha sido tomado de la publicación en internet: "La Mosca Cojonera" Publicación que tiene como subtítulo la siguiente frase, cuyo autor era un cercano crítico del psicoanálisis inventado por Freud: "Crítica y de nuevo Crítica...Detesto y he detestado esa falsa y trucada décadence, que coquetea eternamente consigo misma...(Karl Kraus)"
Este texto permite interrogar la crítica trivial -y de tono aristocrático- de imputar a tal o cual personaje "incultura" o "falta de lectura", amén de abrir una pregunta crucial ¿Cómo se artícula el acceso a lo que se llama "cultura" desde el siglo de Las Luces, y luego, llevar a cabo ciertas atrocidades como las que cometió José Stalin, y otros? ¿Estaban esas actividades al margen de esa "cultura"? Quizás, la orda primitiva descripta por Freud -Totém y tábu...-no carecía de "cultura" ¿Era esa su "cultura"? Stalín, personaje apodado de manera cariñosa: "Padrecito", es decir José Stalín presentó y desplegó una figura de ejercicio de la función paterna)

Stalin en la biblioteca

¿Es necesario vigilar las lecturas de los dictadores? Habitualmente se les exige no confesarlas. Esto es en cierto sentido perjudicial, pues el conocimiento primero de que leen y en segundo lugar qué es lo que leen facilitaría a menudo explicarnos lo que dicen y hacen. A veces un capricho sorprendente, un guiño en un discurso, un dejo retórico conocido, un acento ideológico nos hace sospechar que, sin prevenir, está retomando la palabra de otro. Al ser transpuesta, transmutada, la lectura se convierte en un eco quebrado, en un enigma indescifrable. El enigma de la fórmulas sólo puede despejarse si conocemos la materia de la piedra filosofal. Tenemos varios prejuicios a la hora de imaginarnos a los dictadores en pantuflas tomando un libro de la biblioteca y gozando de lectura profunda. El primero es que como mecanismo de reducción de la disonancia que se produce en nuestras mentes, es mejor engañarnos y sostener que los dictadores más déspotas, totalitarios y sangrientos son incultos o ágrafos. Nos da la tranquilidad bien pensante que las dictaduras son abortos antinaturales de la sociedad, desviaciones históricas o dérapages aberrantes. En segundo lugar para nuestra ideología humanista occidental es impensable que un dictador (o cualquier asesino político de masas) sea una persona culta y erudita: como en el caso de los nazis tendemos a creer que la alta cultura es un antídoto absoluto contra la barbarie. Los monstruos no leen. En realidad una hipoteca no reconocida del iluminismo tardío. La barbarie repudia la cultura y viceversa. Pero nada es más falso. No podemos creer que Hitler era un gran lector, que devoraba de niño las novelas de aventuras de Karl May “a la luz de una vela”, que a los quince años escribía obras de teatro, que era considerado por sus vecinos una rata de biblioteca o que su único equipaje al llegar a Viena eran cuatro cajas llenas de libros. Un amigo íntimo de Hitler de aquella época romántica, August Kubizek, no podía imaginar a su amigo sin libros: “Los libros eran su mundo”. Hitler había sido socio de tres bibliotecas en su Linz natal (pagando una suscripción bastante alta para la época) y era usuario habitual en la impresionante Hofbibliothek de Viena. En su habitación de Stumpergasse 29, segundo piso, puerta 17 los libros se acumulaban por el piso en filas verticales. Era un asiduo lector de Schopenhauer y, por supuesto, Nietzsche. La hermana de Hitler, Paula, recordaba que siempre le recomendaba libros y que incluso le había enviado un ejemplar del Quijote de la Mancha. En “Mein Kampf” confesaba “he procurado leer de la forma correcta desde mi primera juventud y me he visto felizmente apoyado en esta conducta por mi memoria e inteligencia”. Mussolini, debajo de su disfraz de tosco italiano arquetípico, latía un lector voraz y un intelectual erudito. “Il Duce” había sido líder juvenil socialista (admirado por Gramsci), ex director del principal diario del Partido Socialista Italiano “Avanti!”, gran lector de Marx (“el más grande de los teóricos socialistas”), de Lasalle y Labriola, de los socialistas franceses neo jacobinos como Jaurés y Guesde, la nueva sociología de Michels y Pareto, Schopenhauer, Nietzsche, Bergson, anarquistas como Faure y Sorel, además del nuevo marxismo crítico de Rosa Luxemburg. ¿Y Stalin?
Distorsionando un famoso aforismo filosófico se podría afirmar que “Soy lo que leo”. Si de alguna manera el estilo es el hombre, también lo es por sus lecturas. Para conocer a un personaje bastaría hipotéticamente con espiar de reojo los libros que le rodean, pero ¿valdría este método para los dictadores? ¿Habría que vigilar las lecturas, no sólo de los filósofos, sino de los hombres con poder absoluto? ¿Tendría alguna utilidad político-arqueológica? En la Unión Soviética existió un tiempo donde el nombre de Stalin se había situado no sólo junto al de Lenin, sino al de Engels y Marx. Stalin era una de las fuentes seminales y autorizadas del ya maduro pensamiento comunista. Además era un intérprete autorizado del sentido histórico y universal de la doctrina bolchevique. Se editaron sus obras completas en dieciséis volúmenes bajo el prestigio y la cobertura filológica del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú. Se imprimieron trece hasta el día de su muerte. Se tradujeron en casi todos los idiomas importantes. Sin embargo ha sido habitual entre los enemigos faccionales y detractores de Stalin (una contra hagiografía inaugurada por Trotski: “no es un filósofo, ni un escritor, ni un orador”) hablar con desprecio de su talento como teórico, subestimar su talento literario. Como un mecanismo psicológico de reducción de disonancia es más fácil creer que un hombre gris, un profesional de la política, provinciano llano (“ignorante semi analfabeto”, le llama Souvarine), semiculto asiático, un mero vulgarizador de Lenin, una “mancha gris” fue el que torció la maravillosa alborada del socialismo nacida en octubre de 1917. Pero no sólo la literatura política subestima la dimensión intelectual de Stalin, sino incluso historiadores modernos (como Laqueur que afirma que como pensador fue mediocre y sus ideas carecieron de carisma, un “líder inverosímil”). Coincidimos con historiador moderno Robert Service: “Era un asesino de Estado mucho antes de instigar el Gran Terror. El hecho de que no se prestara atención a sus inclinaciones parece inexplicable a menos que se tenga en cuenta la complejidad del hombre y del político oculto detrás de «la borrosa figura gris» que ofrecía a una multitud de observadores. Stalin fue un asesino. Fue también un intelectual, un administrador, un estadista y un líder político; fue escritor, editor y estadista. En privado fue, a su modo, un marido y padre tan atento como malhumorado. Pero estaba enfermo de cuerpo y de mente. Tenía muchas cualidades y utilizó su inteligencia para desempeñar el papel que pensó que se ajustaba a sus intereses en un momento dado. Desconcertaba, aterrorizaba, enfurecía, atraía y cautivaba a sus contemporáneos. La mayoría de los hombres y mujeres de su época subestimaron a Stalin. Es tarea del historiador examinar sus complejidades y sugerir el modo de entender mejor su vida y su época”.
En relación con Stalin, “el hombre que se expresaba con gruñidos” (Trotski) nos resulta dificultoso ahondar en su faceta como lector, estudioso e intelectual, no existe un archivo comparable al de Lenin o Mussolini, ni tampoco será posible reconstruirlo en el futuro, ya que una parte importante de sus papeles fueron destruidos deliberadamente por sus herederos, incluidos sus objetos personales. Como Stalin se legitimaba políticamente considerándose a sí mismo como fiel continuador del leninismo, todos aquellos documentos o actividades autónomas del propio Stalin fueron ocultados, silenciados o eliminados físicamente. La idea de que era un cero a la izquierda, la ideología doméstica de ser una mancha gris era vital para que su régimen fuera considerado a los ojos de las masas un apéndice natural de las enseñanzas eternas de Lenin. Que consideremos a Stalin un vulgarizador, un campesino georgiano semiculto es otra de las grandes victorias de Stalin sobre la posteridad. Ocultar que Stalin era un erudito, con ideas independientes y originales de Lenin, fue una razón de estado. Stalin sabía jugar ese juego, cuando el mediocre biógrafo Emil Ludwig le preguntó si se consideraba un heredero del zar Pedro El Grande, Stalin simplemente le contestó: “soy simplemente un discípulo de Lenin”.
Cuando los archivos secretos del Partido Comunista de la URSS y del estado soviético comenzaron a hacerse accesibles en 1989 (proceso que se aceleró después del colapso y que se detuvo con la ascensión de Putin) los historiadores descubrieron una verdadera cueva de Alí Babá. Se presentó una oportunidad única para arrojar luz sobre todos los aspectos de la experiencia soviética, sobre sus líderes y sus víctimas, explicaciones sobre sucesos que aun forman parte de nuestra memoria viva. Con los archivos y manuscritos de Stalin la NKVD (luego MVD) realizó un trabajo prolijo de destrucción y dispersión. De esta labor no se salvó su enorme biblioteca personal. Hasta 1918 Stalin no tuvo domicilio fijo, luego vivió en el Kremlin en un piso muy estrecho y luego a la llegada de su hijo Yakov se mudó a otro más espacioso. Es en este apartamento donde puede vérsele leyendo ( debajo de un enorme retrato de Marx)y fue allí donde empezó a reunir una gran cantidad de libros y su propia hemeroteca. La mayoría de sus visitantes se quedaban sorprendidos de la amplitud y tamaño de su biblioteca. Su piso era, según una bibliotecaria del Instituto Marx-Engels-Lenin llamada Zolotujina “una suite de habitaciones abovedadas con una escalera de caracol que conducía al estudio de Stalin…la biblioteca se amuebló con gran cantidad de estantes pasados de moda que se llenaban con libros de todo tipo. Todos los escritores consideraban muy importante enviar sus libros al dirigente y normalmente incluían una dedicatoria personal”.
A partir de 1932 hasta su muerte en 1953 vivió y trabajó mucho tiempo en su residencia campestre en la afueras de Moscú, en la dacha blizhnaya (cercana, en ruso) de Kuntsevo. Especialmente diseñada para Stalin, la dacha tenía alrededor de veinte habitaciones, un invernadero y un solárium, además incorporaba un importante alojamiento auxiliar para la guardia pretoriana de la NKVD (300 soldados) y el servicio doméstico. Tenía un despacho, pero si hacía falta trabajaba en otras habitaciones. Su hija, Svetlana, recuerda que “mi padre habitaba en una sola habitación que le servía para todo. Dormía sobre un diván. Una gran mesa de comedor estaba atestada de papeles, periódicos y libros. En el extremo de esa misma mesa se le servía la comida, cuando comía solo. Una gran alfombra mullida y una chimenea eran los únicos objetos de lujo y de confort de que disfrutaba mi padre…”. La dacha tiene toda una historia simbólica en la historia rusa. Sus orígenes son aristocráticos: “dacha” en ruso significa “algo que ha sido otorgado” y al costumbre se inició en el siglo XVIII cuando Pedro El Grande otorgaba lotes de tierra a sus nobles más fieles en el camino a San Petersburg (donde se había construido su residencia de verano en Peterhof) con la obligación de construir hermosos chales de campo que debían poseer jardín y construcción de material durable. Pero este fenómeno burgués del período tardío del imperio zarista se impuso como moda en la pequeña burguesía rusa de las ciudades, lifestyle que se mantuvo entre los cuadros bolcheviques sin interrupciones. La nomenclatura adoraba las dachas. En la época soviética, dada la vida peligrosa, miserable y sucia en las ciudades, se hizo atractivo para los apparatchikis del partido irse a los extrarradios en dachas expropiadas. Lentamente se transformaron en una gratificación para los burócratas más fieles y las élites culturales (el film “Utomlyonnye solntsem” de 1994, dirigido por Nikita Mikhalkov nos presenta la vida de un cuadro militar en una típica dacha en la década de los años ’30). Stalin desplazó allí una gran parte de su biblioteca personal, la que ubicó en un edificio aparte. Únicamente trabajaba en su oficina del Kremlin por las tardes; tras estudiar los documentos oficiales, ocupaba las horas restantes recibiendo a la gente que había citado, celebrando reuniones y discutiendo asuntos del partido. En la dacha Stalin se sentía más íntimo, mantenía conversaciones confidenciales, leía el correo y, lo que nos interesa, leía profusamente, escribía y redactaba cartas. Había copiado el método epistolar de Lenin: escribir un gran número de cartas y notas a mano en las que se dan órdenes y directrices, sin copia y entregadas al destinatario a través de un mensajero especial asignado por la policía política, la Cheka. No sólo: era además poeta, autor y editor de libros, censor riguroso y crítico de obras de teatro, películas, música y arte en general. Tan insomne como el sonámbulo Hitler, Stalin solía tener varios libros en su mesita de noche y los leía u hojeaba hasta altas horas de la madrugada. Con un lápiz negro en mano realizaba subrayados, abundantes anotaciones y adenda en los márgenes. Escribía muchas reseñas de libros, revistas y de artículos periodísticos, todos sus textos eran gramaticalmente correctos y limpios. Stalin era sin dudas en secreto un hombre culto. Le irritaba profundamente encontrarse con errores tipográficos, ortográficos y gramaticales, que corregía minuciosamente con un lápiz rojo. En cuanto a su propia producción intelectual no utilizaba ni secretario ni copista, como le confesó al director del “Pravda” Shepilov “yo no utilizo taquígrafo nunca. No puedo trabajar con alguien merodeando por ahí”. Stalin escribía a mano, con claridad y siempre cuando estaba solo. Poseía cierto talento creativo, en el sentido de que creaba sus artículos de la nada, trabajándolo en un ritmo bastante lento y con frecuencia realizaba ajustes y correcciones en el producto final. Era fiel a una frase que gustaba de repetir: “El papel acepta todo lo que se escribe en él”. Sus manuscritos originales los guardaba en su famosa caja fuerte personal, de la que nadie tenía copia de su llave. Pocos de estos manuscritos se han encontrado: han desaparecido con todo lo demás. Stalin era muy ordenado, minucioso y obsesivo cuando preparaba las reuniones a las que asistía, allí también empleaba su oficio de lector y escritor: preparaba metódicamente en cuadernos de notas comentarios para las reuniones del Buró del Comité Central, con bosquejos de los asuntos a tratar, citas de libros y diarios, e incluso pequeñas biografías de sus eventuales oponentes. Según testigos, Stalin tenía una capacidad de lectura impresionante: leía u ojeaba un promedio de doscientos documentos diarios. Hasta la fecha no se sabe nada del destino de sus manuscritos y las anotaciones excepto que a su muerte quedaron en la dacha. Beria, entonces jefe de la NKVD, empaquetó todas las pertenencias, incluidos libros, muebles y la loza, en camiones hacia un depósito secreto de la policía política. Aunque se conservó un parte de la biblioteca personal, todos los manuscritos, cartas y otros documentos desaparecieron. En octubre de 1953 se nombró una comisión especial en el Instituto Marx-Engels-Lenin-Stalin (se añadió el nombre de Stalin justo después de su funeral) con el objeto de establecer sus obras completas y transformar la dacha en un museo. Por supuesto la parcial desestalinización detuvo en seco todos estos proyectos. Debido a la ideología del régimen Stalin puso un enorme interés en cómo se reflejaba su labor en la historia de la Unión Soviética y en especial en los años previos a la revolución (historia del partido bolchevique y la lucha de facciones) y en su relación con Lenin. Permitió a los historiadores utilizar material de su archivo y biblioteca, aunque únicamente a través de un permiso especial; incluso los ayudaba enviándole una gran cantidad de documentos, material supersensible que se guardaba en ficheros especiales lacrados, la mayoría originales (como el pacto Molotov-Ribbentrop de 1939).
Stalin siempre fue un gran aficionado a la lectura y a los libros. Ya en su infancia poco conocida sabemos que Stalin, entonces llamado “Soso” por su madre, era un alumno de gran memoria para lo concreto. Y que antes de ser conocido como revolucionario fue un poeta romántico (en el mejor estilo del joven Marx) que incluso llegó a intentar publicar su poemario. Algunos poemas fueron publicados con el seudónimo de “Soselo” cuando tenía diecisiete años. En su paso por la educación primaria devora la biblioteca de la escuela (cuidadosamente depurada por los jesuitas) e insatisfecho completa sus lecturas con obras no autorizadas de bibliotecas de la ciudad de Gori. A menudo se lo ve con un libro entre las manos, incluso en pleno verano. Ya en el seminario secundario de Tiflis es un curioso intelectual: un guardia le confisca un formulario de abono a la biblioteca municipal. El libro que había tomado prestado, “Les travailleurs de la mer” de Víctor Hugo, le cuesta un castigo en una celda. Antes había sido sorprendido leyendo “Quatrevingt-Treize”, también de Hugo. En estos textos se exalta la Convención revolucionaria y se realiza un retrato épico del ficticio revolucionario jacobino Gauvain. Al poco tiempo lo vuelven a castigar por leer la “Evolución literaria de las distintas naciones” de Letourneau. Es la misma época que descubre la novela georgiana nacionalista de Alexandr Kazbegui, “El Parricida”, cuyo héroe es su próximo apodo, Koba. Devora a Goethe y Shakespeare en traducción georgiana. Además por testimonios de compañeros de estudios sabemos que Stalin leía publicaciones prohibidas a grupos de estudiantes. Un día que un tal padre Dimitri entró en el cuarto de Stalin lo encontró leyendo “¿No ves quien está delante de ti?, preguntó el monje… No veo más que una mancha negra delante de mis ojos”. Soso fue finalmente expulsado del seminario. Los escritores al estilo Trotski que nos presentan a Stalin como un semi analfabeto campesino, ignoran que el seminario representaba una de las mejores instituciones educativas para las clases más bajas y que su currículum pedagógico incluía latín, griego, eslavo así como historia y literaturas universales. Ya en 1905, revolucionario convencido, Stalin comienza a escribir profusamente con su estilo definitivo, haciendo exégesis y utilizando fórmulas cuasi religiosas: “sólo el proletariado puede llevarnos a la Tierra prometida”, “el Gobierno ha pisoteado y ha escarnecido nuestra dignidad humana, lo más sagrado de lo sagrado”. Usa el método del catecismo: preguntas y respuestas: “¿Podéis impedir que salga el Sol? ¡Esta es la cuestión!”. Y utiliza expresiones que no abandonará: “como es sabido”, “como cada uno sabe”, “es evidente”. En conceptos claves usará para siempre las cursivas. Sus lecturas y puntos de vista lo hacen un bolchevique no leninista en un principio. En su derrotero de exilio y cárcel siempre se afilia a bibliotecas municipales y se suscribe a periódicos y revistas. Stalin, contra la historiografía filo trotskista, tiene autonomía teórica suficiente para enfrentarse al semidiós Lenin en tres momentos claves. Primero en el Congreso de Estocolmo de 1906 discrepó en la cuestión agraria (Lenin era partidario de la “nacionalización” de la tierra; Plejanov y los mencheviques por la “municipalización”; la tercera posición era la de los bolcheviques no leninistas rechazaban ambas posiciones y se definían por el “reparto de las tierras”), cuestión en la que ganó Stalin y que luego fue confirmada por los hechos en octubre de 1917; fue en el mismo congreso donde recitó entero un poema del radical Nikolay Alexeyevich Nekrasov. Segundo al esquemático Lenín filósofo y su libro “Materialismo y Empiriocriticismo” (1909), un ataque teórico-político a la facción bolchevique de Alexander Aleksandrovich Bogdanov y Maxim Gorki; Stalin califica la intervención como dogmática, bizantina “una tempestad en un vaso de agua”, que su concepción del materialismo es pre-marxista y que detrás de supuestas discrepancias filosóficas sólo hay una pelea de egos. Su última oposición es a la caracterización de Lenin de la revolución de febrero de 1917 y las famosas “Tesis de Abril” en 1917. Stalin, como director del “Pravda” en esa época, rechazo y censuró muchos artículos de Lenin enviados desde su exilio en Suiza. Recordemos que en su mejor trabajo teórico, “El marxismo y la cuestión nacional” (1913), Stalin construye un texto convincente, muy bien escrito, con fuentes en idioma alemán y bien informado de los problemas de las nacionalidades en la Europa Central. En 1918 se le entrega su primer apartamento en el Kremlin, donde pudo empezar a acumular su propia colección de libros, que al final de su vida alcanzó los treinta mil volúmenes. Sabemos que en 1925, en plena lucha de facciones, Stalin encarga a su secretario personal, Iván Tovstuja, que clasifique y complete su biblioteca personal, y con este propósito diseña un esquema de clasificación por temas. Así define treinta y dos secciones, a la cabeza de las cuales figuran la filosofía, la psicología, la sociología y la economía política; no es tonto: “Lenin y el Leninismo” ocupan una paupérrima vigésimo tercera posición. Manda colocar aparte la literatura de los exiliados y autores ligados a la Guardia Blanca, a Marx, Engels, Kautsky, Plejanov, Trotski, Bujarin, Zinoviev, Kamenev, Lafargue, Luxemburg y Radek. Varios de estos ejemplares profusamente anotados por el lacónico Stalin. Por ejemplo en el libro de Karl Kautsky “Terrorismo y Comunismo” (1919), crítico tanto de la dictadura del partido único como del estado de sitio y la pena de muerte, en el párrafo donde dice que “los líderes del proletariado han comenzado a recurrir a las medidas extremas, a medidas sangrientas, al Terror” Stalin remarca con un círculo éste párrafo y escribe “¡Ja, Ja, Ja!”. En la respuesta bolchevique a Kautsky, el libro de Trotski “Terrorismo y Comunismo. Anti-Kautsky” (1920), cuando se exalta la necesidad y la justicia de la violencia proletaria soviética “la revolución exige que la clase revolucionaria haga uso de todos los medios posibles para alcanzar sus fines… el terrorismo si es preciso” Stalin agrega una entusiasta nota. “¡Correcto! Bien dicho, así es”. También sabemos que por esa época inicia cursos de filosofía y lógica con un discípulo de Bujarin. Cuando se mudó después del suicidio de su segunda esposa una gran parte de esta biblioteca se fue con él, se ubicó los libros en estanterías corrientes y se hizo cargo de su funcionamiento un bibliotecario diplomado. Según la bibliotecaria Zolotujina “la única habitación agradable era la biblioteca, donde la sensación era acogedora… los libros estaban almacenados en un edifico contiguo y se le entregaban a Stalin de acuerdo con sus instrucciones”.
Todos los líderes bolcheviques de la vieja generación se hicieron, por las expropiaciones y confiscaciones, con bibliotecas considerables (los mejores provistos habían sido Trotski, Bujarin, Zinoviev, Kamenev, Molotov, Kirov y Zhdanov). Los emigrados, fusilados y encarcelados entregaban al estado su biblioteca que se almacenaban en locales donde los bibliotecarios estatales podían escoger los ejemplares que necesitaran. Durante los años ’20 con la creciente dictadura del partido único y la creciente censura (el único período en el que no hubo censura fue entre febrero y octubre de 1917) se estableció una nueva práctica llamada eufemísticamente “la entrega” (raznoska). Consistía en entregar ejemplares por adelantado de todos los libros para que se distribuyeran entre los altos cargos del Partido, miembros del Comité Central y funcionarios destacados. Cada editor poseía una lista de cargos públicos claves a quienes tenía la obligación de enviar ejemplares antes de que se vendieran al lector. Se trataba de un tipo de censura especial añadida. El destinatario podía guardar el libro o devolverlo al editor con notas, sugerencias y comentarios críticos. En caso de no devolverse el editor podía suponer que la Nomenclatura no se oponía a su publicación o que le resultaba indiferente. Naturalmente Stalin también recibía ejemplares por adelantado de la mayoría de las editoriales, especialmente en su área de interés: política, economía, historia y arte. Pero lo que más impresiona es que Stalin, como en su juventud, estaba obsesionado por la literatura rusa, en especial por Alexandr Pushkin. En su biblioteca había gran variedad de libros sobre él, todos publicados durante el período soviético, viejas ediciones sueltas además de unos cuantos ejemplares tenían sobrecubiertas de librerías de segunda mano. También le interesaban las obras sobre Pedro El Grande e Iván El Terrible. Poseía libros en alemán, idioma que estudió de joven pero que nunca dominó y leía toda la literatura en ruso de los exiliados, incluyendo las célebres biografías de Voroshilov y otros mariscales militares escritas por Roman Gul. Ya en la posguerra empezó a interesarse por los libros y revistas de arquitectura, lo que debía estar relacionado con la construcción de grandes edificios utópicos en Moscú. Por supuesto, Stalin poseía todas las ediciones de Marx y Engels, tanto la Werke como la primera edición completa inconclusa, la MEGA, emprendida por el ejecutado David Riazanov; todas las ediciones de Lenin que se habían publicado desde 1917. Gracias a sus adendas continuas y subrayados sabemos que leía a Lenin con total dedicación. Tenía la colección completa de las ediciones del renegado Karl Kautsky y del águila Rosa Luxemburg, así como de la mayoría de los escritores de izquierda alemanes. Por supuesto su biblioteca contaba con todas las obras de sus rivales políticos de mayor envergadura: Trotski, Bujarin, Kamenev, Radek… De los clásicos de la filosofía política poseía un ejemplar anotado de “El Príncipe” de Maquiavelo. Stalin poseía un talento excepcional para la lectura rápida, amén de una memoria, reconocida hasta por sus enemigos, prodigiosa. Durante los conflictivos años ’20 escogía, a través del servicio de la biblioteca del Kremlin, una media anual de quinientos libros que leía u ojeaba. Incluso durante la guerra, en 1940, se las ingenió para leer el primer tomo de la edición rusa de las obras escogidas de Bismarck, haciendo una serie de correcciones y comentarios en los márgenes del prólogo. Se tuvo que postergar la publicación para que se pudiera reescribir el prólogo y añadir la revisión de Stalin. La mayoría de los libros llevaba un ex libris que decía lacónicamente “Biblioteca de Stalin”, y se estamparon alrededor de cinco mil quinientos volúmenes de este modo. Pero muchas ediciones de clásicos rusos y extranjeros, al igual que libros de economía, ciencia y arte, nunca se sellaban y normalmente no tenían nada anotado de su mano. Actualmente de su biblioteca original sólo quedan en el archivo del RTsKhIDNI (Centro Ruso para la Conservación y Estudio de Documentos de la Historia Reciente), ahora llamado Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica (RGASPI), exactamente 391 libros que contienen apuntes, comentarios, subrayados y correcciones de Stalin. La única prueba de la erudición que nos queda de Yósif Vissariónovich Dzhugashvili.
Una última anécdota literaria. Una noche de 1948 un vehículo de la Seguridad recoge en su domicilio al poeta Arseni Tarkovski, padre del director de Andrei Rublov. Se lo lleva a la sede del Comité central. Allí Alexander Nikolayevich Shelepin, secretario de las Juventudes Comunistas (futuro jefe de la KGB bajo Brezhnev) le explica que con motivo de la celebración del setenta cumpleaños de Stalin se ha tomado la decisión de estado de publicar en ruso los poemas románticos de su juventud. Como estaban escritos originalmente en georgiano se le concede el enorme honor de traducirlos. En el acto le entrega una cartera de cuero que contienen los precisos escritos de puño y letra de Stalin. Ya Lavrentiy Pavlovich Beria había consultado para la traducción a Boris Leonidovich Pasternak. Al llegar a la fecha prevista Tarkovski no ha podido traducir más que los cuatro primeros versos del primer poema. Cuando vuelven a buscarlo está desesperado. Shelepin le introduce en su despacho, cambia su ánimo cuando le informa “con la modestia que le caracteriza, el camarada Stalin ha vetado nuestra decisión”. Le pagan una suma astronómica para la época por su pizca de traducción quién luego recordó: “Eran unos versos absolutamente aceptables, muy correctos, inocentes. Nada de lucha de clases, nada de desigualdades sociales. Hablaba de flores y de pajaritos”. Un año después Stalin realizaba una confesión a un amigo sobre su vocación de poeta perdida: “Perdí interés en la escritura poética porque requiere una atención completa, un infierno colmado de paciencia…en esa época era un tiro al aire”.

lunes, octubre 22, 2007

La "realidad"del pato: su componente religioso, su componente teocrático-político

La “realidad” del pato: su componente religioso, su componente teocrático-político*.
Hablan de realidad psíquica…no llamaría a nada con un término semejante, porque la psique, justamente, es lo que todo el mundo trata de evitar, eso trae increíbles dificultades, eso entraña un mundo de suposiciones, eso supone todo, eso supone a Dios en todo caso: ¿dónde estaría el alma si no hubiera Dios, y sí Dios, además, no nos hubiera creado expresamente para tener una?
A la manera de Jacques Lacan

En la semana del 14 al 21 de octubre de 2007, recibimos una lección en México, una clase o conferencia magistral, sobre el delicado tema de la “realidad”; en el psicoanálisis se conocen los dolores de cabeza que ese tema religioso provocó a Freud y las consecuencias que luego impactaron en su doctrina: ¿Cómo se tiene acceso a la realidad? ¿Se puede (como se pregona) tener acceso a ella de manera objetiva? Y más aún ¿Quién garantiza esa realidad? Para un creyente, Dios sostiene la realidad de las cosas que ocurren y le ocurren; Dios tiene condiciones para hacerlo pues él creó esa realidad.
Los encargados de esa lección fueron varios miembros de la familia revolucionaria. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, declaró: [Hay]“un gobierno constituido, reconocido por otros gobiernos, que emite decretos, que nombra funcionarios, que toma decisiones, que maneja el presupuesto, que envía iniciativas y que de hecho está reconocido por toda la sociedad” (La Jornada, 19/20/2007), luego le siguieron el gobernador de Michoacán Lázaro Cárdenas Batel, la gobernadora de Zacatecas Amalia García y el candidato a la gubernatura de Michoacán, Leonel Godoy quien aseveró “están mal de sus facultades mentales los que no acepten que el presidente es Calderón”. Por otro lado, la diputada Ruth Zavaleta explicó “Entonces, hay una realidad; no podemos decir, y se lo he dicho a los compañeros que me cuestionan, que hay un pato que hace como pato, camina como pato, hace cua-cua, y no por ser perredista lo [veo] voy a ver si hace croac-croac, ¿verdad? Entonces trae un problema de visión; aunque es molesto, es la realidad…” (La Jornada, 20 de octubre 2007). Más allá de los acuerdos, las tácticas y las estrategias políticas en juego, acordadas o no entre ellos, es el lenguaje quien los une — una cita con el lenguaje —. Cada uno a su turno ofreció, y dio, una lección respecto de la realidad”: “la realidad es la realidad” (Moliére, El enfermo imaginario).
En primer lugar, la realidad es un elemento del lenguaje, y éste, reunió a cada uno de esos políticos con la realidad que pregonan, fueron reunidos por el término realidad. En segundo lugar, ese término se presenta con un alto impacto de verdad pues con mucha facilidad se le atribuye un alto valor de verdad objetiva.
La lección de realidad partió de un punto: ellos ven algo y otros, algunos de nosotros (muchos o pocos) no lo alcanzamos a ver, eso nos “impide” sacar las debidas conclusiones de la “realidad” que no vemos, y por ello, se encargan de mostrar – y ”demostrar” – que estamos ciegos sin darnos cuenta, y en consecuencia, cada uno de ellos es nuestro lazarillo: “Aquí hay una piedra”; “Aquí un presidente”, ”Aquí un pato”, ”Allí un alterado mental”.
Además, enseñan empleando una figura del lenguaje: “Camina como un pato, grazna como un pato, obra como un pato, entonces es un pato". Dada la posición de los declarantes se requiere tomar en serio las citas mencionadas, las citas con el lenguaje, a efectos de interrogar la “realidad” que ellos ven, así como su lección para verla y (según ellos) salir de nuestra ceguera. “Veremos dijo un ciego”. Veremos los puntos ciegos que esa propuesta, esa cita, introduce no sólo en la vida política sino en la Psicopatología de la vida cotidiana (S. Freud, 1901)
El texto de Freud que hace referencia a ésta, trascendió el campo del psicoanálisis, convirtiéndose en uno de sus libros más difundidos, leídos y citados ¿A qué le debe tanta fama? Freud construyó con disimulación honesta una burla a la psicopatología médica, psiquiátrica y psicológica, (broma vigente en la actualidad); chacoteó con la psicopatología al estudiar las jugarretas que el lenguaje provoca en cada persona cuando habla: los olvidos de nombres, de objetos, de fechas; las equivocaciones en la conversación, los errores en la escritura, los actos fallidos y las supersticiones, así como otros accidentes que son parte de la experiencia cotidiana de cada uno de nosotros, porque estamos habitados por el lenguaje y nos lanzamos a decir o hablar a otros.
Vivimos, padecemos y producimos esos tropiezos sin estar afectados por ninguna psicopatología, Freud lo demostraba tomando el caso de alguien que decía un nombre por otro, por ejemplo, nombrar a Jorge Luis Borges como “Jorge Luis Borgues” o “José Luis Borges”. En ese punto Freud no se hacía pato, ni tampoco veía allí a un pato inculto, localizaba algo que se mostraba al margen de la voluntad, de la conciencia, incluso de la cultura de quien lo decía pues el lenguaje no se somete a la propiedad privada de quien habla. Ese traspié del ex presidente Fox, así como algunos más, fueron tomados por los sectores cultos de nuestra sociedad como una muestra de su “realidad inculta o de su inculta realidad”: “un gerente de Coca-cola con botas”. Después, su ex vocero de prensa declaró: “Los tropiezos o gazapos de Vicente Fox fueron efectuados adrede, fueron hechos de forma consciente, deliberada... luego se corroboraba que con ellos aumentaba la aprobación de la figura presidencial entre los sectores populares” (Conferencia de Rubén Aguilar Valenzuela, Foro Mundial de las Culturas, 2007, Monterrey, Nuevo León).
Notemos que reconocer que daban “gato por liebre”, no lo exime de mostrar esa forma de trueque como táctica y estrategia para obtener aprobación en las encuestas. Lo reconocen, sin embargo no saben qué es lo que reconocen; el lenguaje les cobró su intento de manipularlo, en la declaración aparece la mano del lenguaje haciendo ver un fragmento de verdad en esas mentiras: Rubén Aguilar V., muestra algo que se presentaba como pato, graznaba como pato, obraba como pato, y sin embargo, él reconoce que era patito. Un patito reivindicado cómo “un logro en la comunicación del ex presidente”.
¿Dónde quedó esa “realidad” que no vemos?
Cuauhtémoc Cárdenas, Lázaro Cárdenas Batel, Amalia García, Leonel Godoy y Ruth Zavaleta (más allá de si lo acordaron entre ellos previamente), unidos por el lenguaje presentan de singular manera su posición. Con ella se puede discrepar, acordar o rechazar; aquí sólo analizamos el estilo con el que esa “realidad” compartida por ellos es construida. C. Cárdenas añadió un toque más: “Me parece que es una realidad que no se puede desconocer” (Público, 21/10/2007).
El biopoder es una nueva instancia del poder destinada a controlar los cuerpos y la subjetividad de los miembros de la sociedad (M. Foucault, Seguridad, territorio, población). Esa nueva modalidad del poder se ejerce a través de instancias sutiles que van desde la demografía, la planificación familiar, los planes de salud, la enseñanza, la administración de reglas de eugenesia, y otras. ¿Quién se puede oponer a la campaña de persecución contra los fumadores, si la misma se hace a nombre del bien de ellos y de la realidad de cuidar la salud? Sin embargo, como ellos no reconocen la realidad de la salud, se los persigue y obliga a dejar de fumar. Ese biopoder ha tomado a su servicio, (vía la industria farmacéutica) una cantidad de elementos de la psiquiatría, de la psicología y — lamentablemente — también algunos componentes del psicoanálisis. El biopoder introduce la psiquiatrización de la política por vía de la clasificación psicopatológica, llamada diagnóstico; ya no se hacen análisis políticos, en su lugar se hacen diagnósticos de esa actividad. Por ejemplo, cuando se dice que “Fox es un bipolar” o “Fox es así pues emplea Prozac” o “Calderón es un sociópata pues gusta cantar el corrido El hijo desobediente”, es semejante — o igual — a los diagnósticos de Enrique Krauze al decir ”Si López Obrador no se atreve a ver con ojos críticos su propia actitud mesiánica, si insiste en concebir la política como una misión religiosa y no como un quehacer cívico y republicano frente a cuya natural impureza sólo cabe el respeto a las leyes y las instituciones creadas por los hombres, los mexicanos viviremos pronto (gane o pierda) tiempos de zozobra, ‘con el Jesús en la boca’.”(La crónica, 14/06/2006).
Los psiquiatras operan así como lo hace Krauze, le exigen al llamado loco que reconozca su enfermedad y como el loco no lo hace lo declaran… loco.
En cada caso se emplea el diagnóstico para clasificar sobre una base: se instala un criterio de normalidad para que todo aquello que se aparte sea considerado anormal; luego se procede a internar, recluir y por último a excluir de la sociedad al “bipolar”, al “hijo desobediente” o al “líder mesiánico tropical”. Claro que en estos diagnósticos el biopoder genera consecuencias que no son las mismas para cada uno de los casos mencionados: los dos primeros no fueron ni excluidos ni recluidos, al contrario gozan hasta el hartazgo de una presencia machacona y obligada por ese nuevo pariente del complejo familiar: la televisión; mientras que en el tercer caso, Andrés Manuel López Obrador, la consecuencia es directa a nivel de los medios electrónicos (la televisión en particular), ha desaparecido de los mismos, ha sido forcluido de ellos, es decir, borrado del orden teveocrático.
Leonel Godoy nos muestra con claridad el recurso del método cuando dice: “Están mal de sus facultades mentales los que no acepten que el presidente es Calderón” ¿Cuáles son las causas de que estén dañadas esas facultades mentales? C. Cárdenas responde: “Me parece que es una realidad que no se puede desconocer”, y si la desconocemos, revelamos que somos parte de quienes tienen dañadas sus facultades mentales. Y entonces, retorna en las voces de Leonel Godoy y del Ing. Cárdenas pasando por los otros políticos arriba mencionados la proposición de René Descartes, hace ya varios siglos, para expulsar a los locos de la razón y de la ciudad (polis, lugar de la política; ver: René Descartes, El discurso del método; Meditaciones metafísicas).
Descartes expulsó a los locos del campo de la razón porque no reconocían la realidad, de ahí que cuando aún se construían hospitales psiquiátricos (llamados en un momento “asilos” o “albergues”) se hacía fuera de la ciudad, fuera del hábitat de la razón. Porfirio Díaz dijo que sólo con la construcción de un manicomio moderno como La Castañeda (1910), México entraba en la modernidad; en la actualidad, nuestros servicios de salud se instauraron siguiendo al régimen neoliberal posmoderno, y se eligió dejar a los locos en las calles, como lo muestra el trato dado por algunos intelectuales a quienes ocuparon la Av. Reforma y el Zócalo, en el D.F., para mostrar lo que un posible fraude les causó: fueron defraudados por el fraude; paradojas de la historia, pues Av. Reforma no es ajena al delirio imperial napoleónico que afectó en un momento la historia de México (ver Fernando del Paso, Noticias del Imperio). El “delirio” es tocar la lira de otra manera, delirar.
La posición sustentada por los Cárdenas, Amalia García, Ruth Zavaleta y Leonel Godoy se construye con la siguiente secuencia de términos: hay una realidad, no se puede desconocer, por consiguiente aquéllos que no ven esa realidad, la desconocen y entonces, están fuera de la realidad; están locos pues desconocen lo que el líder moral, (una figura o estilo de ejercer la paternidad) dictamina que “no se puede desconocer”. Usted lector notará un hecho del lenguaje, la frase del Ing. Cárdenas comienza con un “me parece” sólo que el sentido se cierra con sus últimos términos: “no se puede desconocer”; éstos son los que dan sentido, muestran la dirección del modesto inicio.
Estos políticos no dicen “Estamos de acuerdo con esa realidad”; pues consideran que esa “realidad” es objetiva y que ellos sólo la reconocen; no expresan su posición, sino que la ven como un hecho objetivo. Es decir, tiran la piedra de la realidad y “esconden” la mano de su jugada política, jugada encubierta de “realidad”. La teoría de la existencia y de la exigencia de una realidad objetiva atormenta desde hace siglos a los filósofos, y éstos atormentan con ella al resto de los humanos; se transmite por el lenguaje y nos envuelve sin pedir permiso.
Asimismo, los miembros de la familia revolucionaria se dispensan de tomar una posición, pues se resguardan al decir que sólo hablan de una “realidad objetiva”. Para un matemático 2+2 es igual a 4; esa es la realidad objetiva para ciertos niveles y dimensiones de las matemáticas ya que es así en cualquier lugar del mundo y del universo donde funcionen esas matemáticas; al mismo tiempo para dos enamorados 1+1, en ciertas condiciones, da como resultado 3 y en otras no hacen siquiera 1; ese resultado es considerado subjetivo por el matemático pues para él lo objetivo es que 1+1 es igual a 2. El mundo de los números en las matemáticas es un universo de símbolos que allí tienen una realidad objetiva, si no fuese así, las matemáticas no podrían operar.
Uno de los puntos ciegos de la “realidad” en la que Felipe Calderón es reconocido “por todos”, es que los declarantes no se atreven a decir que esa es “su” realidad, y que el “todos” en principio, les concierne sólo a ellos, pues son quiénes hablan por “todos” o de “todos” (introducen el “todo”). Conviene precisar que no nos interesa aquí discutir si es correcto o no tener esa posición; el tema a estudiar es si podemos tener esa postura y atribuírsela a una “realidad” calificada de objetiva y compartida por “todos”.
Para tener acceso a una realidad donde están en juego los humanos, — y aunque parezca difícil de concebir, la política es una actividad humana — a una realidad política, no se puede prescindir de la posición de quien ve, muestra, propone y reconoce esa realidad. Ese político, o grupos de políticos, que ven, muestran y reconocen esa realidad son, como en cualquier otro caso, quiénes la construyen. Cada realidad política, económica, moral, religiosa, erótica, ética, sexual, de género, artística es siempre, caso por caso, una realidad construida por aquél o aquéllos que al construirla la reconocen. La posición de quienes no reconocen la “realidad” del gobierno de F. Calderón es tan construida como la de los que proponen que “no puede desconocerse”; la diferencia estriba en que estos últimos pretenden imponer “su” realidad a otros sin hacerse cargo de su posición y para ello descansan en el carácter “objetivo” de esa realidad del pato, en tal sentido, su posición muestra una posición patito, se hacen patos con la postura que tratan de “ocultar”. Al pato y al patito la realidad del agua de la lluvia les resbala, no los moja.
El segundo punto ciego es la garantía que requiere esa “realidad” objetiva del patito pato para proponerse como verdad ¿Qué le da ese lugar?
Uno de los protagonistas del patito pato es el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a quién en un párrafo anterior dimos el título de “líder moral” e indicamos que éste es un estilo del ejercicio de la paternidad. Esa figura se ejerce dentro de la familia revolucionaria, una singular institución surgida al calor de los debates armados entre los caudillos de la Revolución mexicana (1910): la discusión por el ejercicio del poder revolucionario, y en particular, la rotación del poder para morigerar la temperatura de los debates. El resultado singular e inédito fue que localizaron una forma institucional para que cada caudillo ejerciera el poder: el caudillo rotaba cada tanto tiempo en éste y en el interregno se convertía por la vía del presidencialismo al caudillo en el presidente en turno reconocido por sus pares. Los pares eran aquéllos que luego formaron la familia revolucionaria.
El Ingeniero Cárdenas S., dijo: [Hay] “…un gobierno constituido, reconocido por otros gobiernos, que emite decretos, que nombra funcionarios, que toma decisiones, que maneja el presupuesto, que envía iniciativas y que de hecho está reconocido por toda la sociedad”. Habló de una “realidad” reconocida por “toda la sociedad”, y luego añadió: “no puede desconocerse”. Estas declaraciones colocan al Ingeniero en el horizonte del uno, del único, que estando en la cima garantiza la “Verdad” de una “Realidad” y por ello pontifica que “no puede desconocerse”. En ese punto ciego de la familia revolucionaria se condensan los nudos de ese sistema con formas singulares del ejercicio de la paternidad en los complejos familiares del México que habitamos.
Es paradójico que ese sistema ha propiciado que muchos sociólogos, psicólogos y algunos psicoanalistas lleguen a sostener que nuestra sociedad se caracteriza por un padre ausente y un dominio de la madre. Tal punto de vista ha dejado de lado el estudio de los anudamientos de la familia revolucionaria con la religión, y en consecuencia, no se han estudiado con más detenimiento las formas religiosas de la “realidad” que el sistema político de esta familia ha desplegado y despliega en nuestro país. Una de esas formas religiosas es el ejercicio de la política como un coto cerrado a dicha familia, que hizo, y sigue haciendo, de la cosa pública un bien de familia, es decir: un bien privado de lo público como dice Francisco de Paula León, en Los hilos secretos de las élites, disección de la clase política desde la ciudadanía.
Se trata del nudo entre el poder religioso, el político y la aristocracia, el cuál sostiene una forma teocrática de ejercicio del poder del Estado, la versión más difundida del “dedazo” da una imagen de ese nudo; añadimos otro dato, la gran cantidad de puestos políticos a los que se llega por herencia familiar o transmisión familiar: la transmisión teocrática (Dios, caudillo, padre, líder) del poder.
En tal sentido debemos agradecer la lección de “realidad” que estos políticos se han propuesto darnos. Claro, luego cada quien decidirá si se inscribe en esos cursos. De todos modos gracias a “su realidad” tenemos elementos para discutir, interrogar y hasta quizás transformar una “realidad” que se nos quiere imponer manu-militari (“la realidad con sangre entra.”).
Si esa realidad fuera tal, única y plena de verdad ¿Para qué los Cárdenas, Amalia García, Ruth Zavaleta y Leonel Godoy “ocultan” su posición ante ella? ¿Para qué hacen algo bueno que parece malo? ¿A quién le deben ocultar lo que tienen derecho a sostener? Como cualquiera, pues cualquiera puede tener, sostener y producir “su realidad” para luego darla a conocer y ver si se sostiene o no. Será que ellos no se consideran como cualquiera, sino que gozan de un privilegio ¿Para qué decretar de antemano la obligación de reconocer esa “realidad” como la única y total?
*Alberto Sladogna, psicoanalista, Tlalpan, México, DF, 21-22/10/2007

jueves, octubre 11, 2007

El "suicidio deportivo": el madrazo de Roberto Madrazo pintado como ¿un caso individual?

Betrüger (trampear, trampea; trampearse; trampeado)*
*Alberto Sladogna, psicoanalista, México, DF, Coyoacán, octubre, 2007

El domingo 30/09/2007, en la ciudad de Berlín, durante la realización de la "Real 34. Berlin-Marathon", el ex candidato presidencial Roberto Madrazo Pintado, a sus 55 años, registró 2 horas 40 minutos y 57 segundos. Su marca asombró a los fondistas de su edad, pues bajo en una hora su marca en otra carrera de similar distancia; también sorprendió a los maratonistas que buscan un sitio para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Rito Regules, representante de México en el Campeonato Mundial de Atletismo en Osaka, Japón, se despachó la prueba en 2 horas 45 minutos 26 segundos, a sus 28 años, para ocupar el sitio 55; él corrió cinco minutos más lento en Osaka que Madrazo en Berlín, a pesar de ser 27 años más joven.(Periódico, Crónica,5/10/2007) Si esta oportunidad la hubiese tenido el actual político, en su momento, nuestro atletismo contaría otra historia. Hemos perdido un maratonista y obtuvimos una fotografía de uno de los estilos nacionales de hacer política instaurado por la "familia revolucionaria" y su clase de políticos.
Hoy sabemos que el record y el nombre de Roberto Madrazo Pintado como maratonista fue borrado de la lista de esa competencia y vetado de por vida de ese maratón alemán. Al igual que en otros países donde el mismo día de la elección se tienen resultados confiables, en Alemania resolvieron en menos de dos semanas el caso Madrazo, pintaron su raya, lo hicieron debido -entre otros asuntos- a la insistencia del público que denunciaba la extraña proeza. Así ese nombre pasó a inscribir la mostración de un estilo de hacer política llamado: fraude.
¿Por qué hizo lo que hizo Roberto Madrazo? En primer lugar, al pie de la letra, realizó su apellido, lo pinto, así como en el análisis se constata la realización de un deseo en el sueño (S. Freud, La interpretación de los sueños, 1899-1900); esa carrera realiza su apellido: al darse y darle un madrazo "definitivo" a su carrera política, nos dejo pintado su cuadro. Pero ¿Por qué lo hizo a sabiendas de que sería "descubierto"? En la fotografía se lo ve portando un uniforme que se emplea cuando un atleta está ya descansando o se está preparando para una carrera, no llegó con el uniforme de competencia, como lo hicieron los demás protagonistas; uniforme de competencia que Madrazo mostraba durante su campaña electoral: él se dedicaba a correr, en particular maratones de largo aliento, así lucía en su publicidad electoral, con pantaloncillos cortos y playera sin mangas, alcanzando y dejando atrás a sus contrincantes. En la maratón de Berlín, Roberto tenía conocimiento de que su calzado deportivo contenía un aditamento tecnológico: un chip que ubicaba a cada maratonista en los diversos tramos de la justa deportiva. Todos estos elementos estaban a su disposición, él era consciente de los mismos y no los alteró.
Entonces ¿Por qué hizo lo hizo? Decimos, su acto puso al descubierto a un sistema, ese mismo sistema lo habría privado a temprana edad de su padre (Carlos Madrazo, político tabasqueño que pretendió, dicen, en los años 50 reformar al PRI) y de su madre, según algunas interpretaciones o historias o mitos o rumores del terreno político nacional o la combinación acertada de cada uno de estos elementos: ese “accidente” podría no haber sido tal, el hecho es que ese acontecimiento lo dejó al cuidado de la "familia revolucionaria". Esa familia lo cuido, protegió y extendió un manto de olvido cuando fue "descubierto" el descomunal gasto de su campaña para obtener la gubernatura de Tabasco, Roberto habría gastado más que Clinton en las presidenciales de los EEUU, eso de acuerdo a la cantidad de cajas con documentos depositados en el Zócalo del DF; durante esa gubernatura fue “víctima” de un “secuestro” calificado en los medios políticos de “auto secuestro”; apareció en la TV increpando a otro miembro de la clase política, Santiago Creel, luciendo un parche en el ojo a la manera de un personaje de una telenovela. Esa "familia revolucionaria" hoy remozada y empanizada lo descartó durante el proceso electoral del 2006, varios gobernadores de la familia "orientaron" los votos de sus estados hacia Calderón (ver su libro, Roberto Madrazo Pintado, La traición, Planeta, México, junio, 2007); Roberto Madrazo fue el primero en "reconocer" la nueva "marca" del candidato Calderón en las elecciones, luego desapareció, volvió cuando la presentación texto arriba citado y ahora vuelve a las primeras planas, a la TV y a las radioemisoras.
La “familia revolucionaria” tiene una antigua estirpe y por lo tanto, se cree dotada de un poder aristocrático que la autoriza a decidir quién será presidente, gobernador, senador , diputado, alcalde, etcétera; ellos son portadores de derecho natural a dar a la cosa pública el trato de una cosa privada, un bien de familia, allí radica una de las fuentes del racismo y la xenofobía arraigada en nuestro país, en particular, contra los denominados “nacos” o más simplemente la “raza”, antes fue denominada la “bola”(cfr.: Martin Luis Guzmán, La sombra del caudillo, 1929, cuyo filme homónimo, dirigido por Julio Bracho (1960) estuvo enlatado tres décadas ).
Estamos ante un “suicidio deportivo” que apunta a otros, esa forma indirecta de agresividad y de agresión suele estar presentes en diversas formas de suicidio, piénsese en el lamentable caso de una adolescente que comete suicidio para castigar a su novio. Estos suicidios suelen estar acompañados por cartas, cuyos textos muestran la estructura de una agresividad que se descarga sobe el suicida pero que apunta a otros o los incluye con el objeto de denunciar su culpa y sus culpas que el acto trata de mostrar. En este caso Roberto Madrazo quedo pintado por las cartas que el mismo llevaba consigo: su uniforme inusual con el que llegó a la meta, levantando sus manos de triunfo; el chip que registraba sus movimientos o ausencia de movimientos en la carrera; el tono corporal fresco y sin mayor agitación con el que llegó a la meta luego de un largo maratón. Estos elementos eran portados por Roberto a sabiendas de su existencia, no fueron “errores” de un fraude que dejaban rastros aquí y allá, rastros recuperados luego, ninguno de ellos tiene ese carácter, él sabía que los llevaba consigo.
Estas circunstancias literales dan a su acto el carácter de un suicidio deportivo de un político y de una forma de hacer política en nuestro país. Quizás, exagerando, también haya sido y será su único y último gesto honorable en la vida pública: denunciar al sistema del fraude donde él vivió, practicó y ejerció la política, luego de esa denuncia su vida política no tendrá continuidad, pues él como político está muerto. En varios países cuando los políticos son descubiertos infraganti en un fraude suelen suicidarse, Roberto lo hizo desde el campo del deporte, desde fuera del país, garantizándose las primeras planas de México y una buena parte del mundo. La agresividad de Madrazo contra la imagen de su “ser” fraudulento, de ahí que se madreara solo y la agresión está dirigida contra la familia revolucionaria y la clase política, a quienes él consideraba haberlo traicionado pues dirigieron sus votos hacia Calderón y no hacía él, es decir, no le interesa el voto ciudadano sino el voto “orientado”, “acarreado” por la familia revolucionaria; el voto que a él y muchos políticos solo les interesa es el voto de los electores privilegiados, el de la aristocracia corporativa. (cfr.: Roberto Madrazo P, La traición, México, 2007)
Un sistema político tiene de todo menos individualidad; el sistema colectivo, el sistema político, sólo es el sujeto de lo individual (Lacan, El tiempo lógico y un aserto de certidumbre anticipada) Acaso este "suicidio deportivo" se lo puede considerar sólo como el suicidio de un político y dejar de lado al conjunto del sistema que él mostró en su carrera, si así fuera ¿Cómo es la que "familia revolucionaria", junto con la clase de los políticos han guardado un respetuoso silencio ante esa muerte deportiva de un político? El actual secretario general del PRI, Jesús Murillo Karam, declaró: “Es un asunto personal, no tiene nada que ver el partido con eso, permítanme deslindar al partido” (Reforma, 10/10/2007). Desllinde extraño pues ese instituto político, el PRI, empleó imágenes de Roberto Madrazo Pintado corriendo en otras maratones como emblema de su reciente campa electoral, la del PRI y la Roberto Madrazo P., para competir por la presidencia en el año del 2006.
El periódico Reforma publica un editorial de un político, de un politólogo de nombre Jorge G. Castañeda; él se presenta en muchos foros como politólogo, es decir un estudioso de la política y de los políticos; además es un político “independiente” que indicó al país la necesidad de vencer de cualquier forma, sea como sea, al candidato Andrés Manuel López Obrador en la reciente campaña electoral. Jorge G. Castañeda hoy no titubea en escribir lo siguiente:
Concuerdo plenamente con Ciro Gómez Leyva en que Roberto Madrazo no tiene cuentas qué entregarle a nadie sobre sus actividades privadas, tramposas o no, deportivas o no…Quienes tienen que entregarle cuentas a alguien, en cambio, son los miles o millones de ingenuos ignorantes o francamente imbéciles (empezando por un servidor) que a lo largo de los últimos años han apoyado, seleccionado o votado por Roberto Madrazo sin haberse percatado de lo que es capaz…Cierto, Madrazo no le debe cuentas a nadie, pero nosotros sí (Jorge G. Castañeda, “Otra vez, el chip”, periódico Reforma, 10/10/2007)
El lector del editorial notará que en reiteradas ocasiones Castañeda so pretexto de la figura mayestática del “nosotros” trata de encubrir o tapar algo, su “yo”. Cómo es posible que un politólogo como él no se haya dado cuenta de quién y cómo se las gastaba Madrazo y el sistema del PRI; ¿En qué planeta de nuestra galaxia ejerce su actividad de estudiar la política y a los políticos como para sostener que él “no sabía” quien era Roberto Madrazo Pintado? Él tan estudioso y pulcro nos dice que Madrazo “no tiene que rendir cuentas de sus actividades privadas, tramposas o no, deportivas o no”, perdón pero no fue una actividad se trató de un acto en público, el público de un maratón ¿cómo se puede a eso calificarlo de privado? ¿Privado de quién y para quién? Ahora resulta que encontramos en ese “nosotros” de Jorge G. Castañeda a la figura de la inocente caperucita en la política. Esto es un poco extraño, piensa mal y acertarás. Cómo es posible que él no reconozca a quienes no votamos, no seguimos, ni aceptamos a Roberto Madrazo Pintado como político desde hace ya mucho tiempo. Él considera, como el león que todos somos de su condición. Salvo por una señal del lenguaje, Jorge G. Castañeda, su título lo denuncia: “Otra vez, el chip”; el chip es un componente nodal de las máquinas, conocidas como “computadoras”, en nuestro país hace varios años ya que se cayó el sistema de computó durante una elecciones. A buen entendedor pocas palabras, usted es parte del sistema que quiere hacernos compartir a todas y todos, quizás usted emplea chip de dudoa fabricación o de origen chino. Quizás usted se equivoca: no todos votamos, no todos sostuvimos y no todos acordamos con un sistema fraudulento ¿Para qué generaliza su condición?
Para ir concluyendo tenemos una interesante pregunta clínica para el análisis: ¿Cuál es la diferencia, si es que existe, al menos una, entre el Betrüger Roberto Madrazo Pintado y el político de nombre Felipe Calderón? Felipe Calderón al visitar su tierra natal no tuvo empacho en declarar: “Como dicen en mi tierra “Haiga sido como haiga sido ganamos”…” (esta expresión está registrada por distintos medios, de derecha, de izquierda, periódicos que no son ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario y hasta el momento no he encontrado desmentida alguna por parte de Felipe Calderón). Esa declaración no solicitada qué nos dice sobre la forma en que Felipe Calderón obtuvo su meta de alcanzar el “triunfo” en las elecciones del 2006. Han dicho -Castañeda, Fuentes, Krauze, Ciro Gómez Leyva y otros intelectuales de nuestro país- que el “fraude electoral” sólo es una invención de las teorías del complo –sin la “t” final a la manera de AMLO-, hoy qué dirán cuando el complo muestra su nivel de eficacia y certidumbre para demostrar la estructura de una actividad de la clase política y de la llamada “familia revolucionaria”: el fraude como deporte.
Recordemos un dato de la vieja psiquiatría, cada suicidio muestra un acto moral, y en este caso Roberto Madrazo al cometer el mismo hizo su único -y quizás- el último acto honorable: mostrar que las teorías del complo son la estructura de aquello que se denuncia. Al terminar estás líneas llegó hasta mi, el comunicado de prensa de Roberto Madrazo Pintado, comunicado dirigido a los deportistas del país, él como miembro de la “familia revolucionaria” no osa dirigirse a los políticos ni siquiera pretende “mezclar” su carrera con la política, es de lamentar que lo que podría ser , quizás y sólo quizás, su único acto honorable, él como el alacrán que cuando la rana lo cargo en su lomo para cruzar un charco, la pica, cuando se le preguntó “¿Por qué lo hiciste si morirás ahogado tú también?”, sólo atinó a responder: “No puedo traicionar a mi naturaleza”. La pregunta que nos queda es cómo este componente real de la política afectará el curso subjetivo de los ciudadanos quienes no pueden quedar al margen de las consecuencias de lo que ese suicidio deportivo ha mostrado y para colmo demostrado , valga para ello citar “sus” propias palabras en ese comunicado:
Destacó que se ha sugerido trampa, pero sólo quien ignora cómo se desarrollan estas competencias puede llamar así a lo que es una práctica habitual en ellas. Porque no sólo es un competidor, indicó, sino cientos, quienes por una razón u otra no completan el recorrido y no por eso es trampa. "Y no por eso dejan de ir hasta la meta en busca de su medalla de participación". Después de numerar algunos de los maratones en que ha participado y los tiempos, el también ex dirigente del PRI precisó que después de estas participaciones se realizó una revisión médica unos días antes de salir a Alemania, donde le recomendaron descanso pero no lo hizo porque no se quiso perder la competencia en Berlín. Por ello, como resultado tuvo que parar en el kilómetro 21 y "me fui directo a la meta por mi ropa y mi medalla de participación, mismas que se entrega a todos los corredores sin excepción. ¡¡Hay Roberto!! Si el médico te dijo que no compitieras ¿Solo fuiste para abandonar en el kilómetro 21? ¡¡Hay Roberto Madrazo!!! Si llegaste por tu ropa a la meta ¿Cómo es que llegaste a la meta ya vestido? ¿Cómo es que festejabas llegar a la final la participación en una carrera que en tu comunicado afirmas haber abandonado?; Roberto lo escribes de puño y letra: “Me fui directo a la meta… por mi medalla de participación”, la constancia, que constancia tienes, quizás tengas razón se trata de un complot alemán contra un corredor político que quería ser un político corredor ¿Será factible para el sistema político, la clase política actual –con sus justas y abundantes excepciones- y para la “familia revolucionaria” borrar ese acto deportivo donde cada una de ellos fueron mostrados afectados por una crisis radical de su estructura? ¿O no?

jueves, septiembre 06, 2007

El amor del censor: caso de la censura al filme de Luis Mandoki y Federico Arreola

Estimado Federico:

Le hago llegar unas líneas para insistir en un dato: los hechos del inconsciente también son parte de la política, la política es inconsciente, decía Freud. ¿A qué hago referencia? El día de ayer usted en una conferencia de prensa nos informó de la censura que afectará, en México, a un filme en proceso de conclusión "2 de julio el fraude que nadie vio" dirigida por Luis Mandoki y producida por usted.

Bien como siempre tomemos al pie de la letra el posible título del filme, llama la atención que de acuerdo a uno de los censores, Alejandro Ramírez, Cinépolis, él afirma "Soy amigo personal de Felipe Calderón y no puedo exhibir una película que lo cuestione"; bien él dice: se trata de una "cuestión" que él ve, es decir, él no queda afectado por "el fraude que nadie vio" pues sí, él lo ve y lo dice. Es más, Ramírez quiere censurar la "cuestión" que afectaría a su amigo; él responde con su forma de vivir el amor de una amistad.

¿Cuál es la causa de la censura? Según Ramírez no acepta que se "cuestione", es decir, que se cuestione a un amigo de él, que se le formule una pregunta. ¿Cómo explicar que no se acepte una cuestión, una interrogación a un amigo? Tengamos en cuenta que "cuestionar" no es más que sinónimo de "interrogar". Esa dificultad muestra la presencia de un acto de amor.

Usted dirá el psicoanalista Sladogna es un exagerado, y tiene usted motivos para pensar eso pues en psicoanálisis y ante los hechos inconscientes, todo es una exageración (decía Adorno), salvo la verdad contenida allí. Amor, de quién, se trata de una figura conocida en el análisis "El amor del censor". Alejandro Ramírez, y otros que usted denuncia, tiene un amor muy alto por aquello que censura. Sólo le solicito que observe la forma en que opera un censor: él debe ver lo que otros no verán, el objeto censurado será sólo para sus ojos, debe estudiar en detalle, por ejemplo, una película o su argumento, está obligado a escrudiñar cada detalle; por favor, le parece exagerado decir que esa es la actividad que se despliega en la actividad amorosa: ella o él enamorado no deja nada de su objeto de amor sin revisar y esculcar, para luego impedir que otros pueden tener a ese objeto como objeto de amor pues lo quieren solo para ellos, tratan de aprisionarlo para que otros no lo puedan llegar a amar. La censura es un crimen pasional a nivel de las ideas, en este caso un crimen a nivel de un filme: al censurarlo se lo quiere asesinar para que otros no lo vean. Lo veo sólo no loverá nadie es la consigna del censor enamorado o del enamorado censor.

Si no tuviesen tanto amor, junto con su anverso el odio, si no lo tuviesen ¿por qué les afectaría una película que, según ellos, nadie vería? El amor de este y de los otros censores, estimado Federico, revela una gran paradoja -propia de la actividad inconsciente- por la vía de la pareja del amor y el odió revelan su amor por Andrés Manuel López Obrador, sino fuere así para que emplean el chantaje - "si la distribuyes te voy a correr"; el chantaje y las amenazas ocupan un lugar más que interesante en los avatares de la vida amorosa, de eso puede dar cuenta cualquier enamorada o cualquier enamorado. El amor no hace siempre las delicias de la vida.

En este caso además, se trata de un "amor de amo", usted coincidirá conmigo en que Borbolla -Warnes Bross-;Bernardo Gómez -Televisa-; Ramírez, Azcárraga y otros, no se comportan como industriales de la época del neoliberalismo -para estos la posibilidad de la ganancia está más allá del amor del amo y de las simpatías, sólo cuenta el amor por el dinero- mientras que los personajes que usted denuncia son los "amos" del mercado, no tienen competencia y por ende, aman de acuerdo a su condición. Las formas del amor desplegada por el censor fue especialmente estudiada por Pierre Legendre, en su obra "El amor del censor. Ensayo sobre el orden dogmático"-Anagrama, Barcelona, 1979.

Disculpe la fatiga de estas exageraciones, pero en efecto, el inconsciente al poner en tela de juicio la simulación del poder y sus formas eróticas no mide sus alcances.
Un saludo cordial y afectuoso --
Alberto Sladogna, analista

lunes, agosto 20, 2007

VISITA GUIADA: LA INTERVENCIÓN TRANS...EXUAL¿QUÉ IMPACTO/S TIENE SOBRE NUESTRA "CLÍNICA"?

El mosco vuela… entre aplausos
Sófocles


Giuseppe Tomasi Lampedusa escribía: “Que todo cambie para que todo siga igual”[1]. En cambio en el análisis, en la práctica de la cura, en la doctrina, quizás, se trate de modificar algo para subvertir el conjunto, en este caso, quizás, se trate de la subversión de los “conocimientos” de la doctrina del “psicoanálisis”. Asistimos a cambios impensables e irreversibles debido a los despliegues actuales de la ciencia y su técnica: presenciamos la perdida de las referencias, así como la caída de las identificaciones naturales del cuerpo y por ende la subversión de la identificación y de las variadas formas de vivir la experiencia de tener un cuerpo.

Tomaré por caso, un hecho cotidiano: las operaciones de cambio de sexo que dan lugar a la existencia de una nueva comunidad de humanos, las comunidades de transgéneros. “Comunidades” pues reciben un reconocimiento cultural de grandes dimensiones nunca visto. Antes, p. e., en uno de los primeros casos de operación “transexual”, cirugía efectuada por M. Hirschfeld, -un cercano colaborador, en Berlín, del psicoanálisis desplegado por Freud-; en esos tiempos el destino del operado era por un lado la clandestinidad del origen de su vida, y luego su desaparición física debido a las precarias condiciones ofrecidas por la medicina de la época. El Dr. Schreber, estudiado por Freud, decidió postergar en cientos de años su cambio de sexo –emasculación. El Dr. Hirschfeld fue objeto de persecución jurídica ante los hechos vividos por un pintor a quien sometió a la operación que hoy se conoce como “la reasignación del sexo”. Al menos el significante “reasignación” está articulado a esa operación en el filme Transamérica.

Los avances científicos permiten tener vivida vivible a condición de someterse por vida al Otro de la ciencia. A ese riesgo y sus avatares se someten y aceptan quienes solicitan esa intervención, incluso para eso, como ocurre en Francia, EEUU, Argentina sometiéndose a la degradación del biopsicopoder: tramite ante un juez quien solicita un “diagnóstico” a cargo de un experto en psiquiatría e incluso un peritaje psicológico, donde en ocasiones participan psicoanalistas. Ese trámite es semejante al que encara la Iglesia Católica ante los casos de un milagro debe determinar si quien vivió esa experiencia es un santo o un “delirante”. Hoy en el lugar dominante de la Inquisición religiosa se encuentra el biopsicopoder basado e impulsado por la ciencia, en sus intervenciones en la vida sexual y erótica.

Los filmes del cineasta Almodóvar –Todo sobre mi madre – y el documental danés, filmado por el hijo de un travestí –Todo sobre mi padre, cada uno muestra la dramática, la trágica, la cómica vida vivida por esos personajes, incluida la ironía que despliegan; ellos no tienen en su horizonte el psicoanálisis para abordar algunos de los interrogantes que se formulan sobre su vida y las decisiones que tomaron. Una de las actrices del filme de Almodóvar reconoce que gracias al análisis ella puede desempeñarse como artista – concurre a su análisis cinco veces a la semana; en el documental danés, el travestí tiene como pareja a una psicoanalista. Es decir el travestismo, la transexualidad y el transgénero buscan abordar sus interrogantes –pues en efecto los tienen- sin tomar nota, sin tomar mucha nota, del horizonte que un análisis quizás podría abrir. Aquí es ejemplar el documental de Alejandra Islas, México, 2005, Muxe’s[2] ¿A qué debe ese alejamiento? Breve, estos sujetos no nos buscan ni requieren un “psicoanálisis”, son “inanalizables” pues no abrimos, los analistas, un horizonte para sus cuestiones, más bien , a ese horizonte subjetivo lo “forcluimos”. Eso no les impide intervenir en la clínica y en la doctrina de nuestra práctica, quizás poniendo en tela de juicio varios de nuestros conocimientos naturalizados, p. e., sobre el cuerpo. Expondremos ese tema en el llamado Complejo de Edipo. En resumen, los trans…géneros, los trans…exuales, los travestis con sus actos y formas de vida trastocan la vida subjetiva de quienes concurren a nuestros divanes: los normales llamados “neuróticos”, únicos en tener un trazo de identificación singular –Einziguer Zug, Lacan dixit que Freud dixit: ellos creen curarse de su neurosis ¿Será eso lo que logran al terminar un análisis? Esa demanda del “neurótico” muestra un raro deseo de trans…formación que afecta a su “ser”.

Enfrentamos aquí el nudo de una intervención científico-técnica del biopoder que genera una nueva subjetividad, el transgénero, y ella afecta en principio más de un “conocimiento” doctrinario del psicoanálisis, p. e., nos preguntaremos durante la exposición lo siguiente: ¿Qué estado guarda hoy la afirmación de Freud “La anatomía es destino”? cuando , la comunidad transgénero cambia el destino de su anatomía reasignándose, reasignando y viviendo la reasignación de un cuerpo otro, que además eligen de singulares maneras y con los más insólitos objetivos –un joven se hace una joven para vivir una vida lesbiana; un hombre se hace mujer y luego hace pareja con una mujer que conoce en el hospital donde la operaron; otro se hace mujer sin tener pretensión alguna de vivir una vida sexual. En enero de 1971 Lacan nos regaló una preciosa observación “clínica”: los transexuales serían “sicóticos” y el psicoanalista Stoller que se dignaba a escucharlos, no se daba cuenta de esa “psicosis” pues carecía de la “teoría de la forclusión”. Veremos los bemoles de la “forclusión” cuando se la analiza. Lacan en su proposición sobre el pase (9/10/1967) habló del carácter delirante de la emasculación de Schreber que afectaría a nuestra practica si nos alejábamos del complejo de Edipo. Los transexuales no nos necesitan para eso, pues eso ya lo han decidido y las consecuencias las enfrentan a su manera.

Las operaciones transexuales muestran la declinación neurótica del falo en la articulación sexo-reproducción-erotismo tal como fue leído con la grilla Complejo de Edipo/Complejo de castración/Falo-significante del campo de las “neurosis”, esas operaciones de reasignación del sexo golpean la “naturalidad” que nuestra doctrina le ha dado al cuerpo. Estos y otros interrogantes que compartamos sobre el tema los abordaremos durante esta exposición.
Alberto Sladogna, analista,
[1] Giuseepe Tomasi conde de Lampedusa. El gatopardo, hay varias ediciones en castellano.
[2] Este documental nos muestra un hecho comunitario de cierto lugar dado a las formas “raritas” de vida, más el agregado que un sector de los muxe’s practican el transgénero sin efectuar intervención quirúrgica alguna.