lunes, noviembre 19, 2007

EL SONIDO ABSOLUTO Y OBSCENO ¿PARA QUÉ REDOBLARON, REPICARON, REPLICARON LAS CAMPANAS DE LA CATEDRAL? Alberto Sladogna, psicoanalista

Nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti.
John Donne

El sonido es uno de los lugares privilegiados de la erótica del cuerpo humano; el sonido afecta al cuerpo de una forma singular y precisa: toca al oído de tal forma que no es factible dejar de escucharlo, es una voz autoritaria, absoluta. Su componente absoluto es producto de un hecho mínimo: el oído es uno de los agujeros del cuerpo que carece de cierre, no puede cerrarse, como los ojos o taponarse como la nariz o obturarse como la boca; el oído carece de párpados y no puede cerrarse, ni de día de ni de noche; así aquellos que escuchan voces y sonidos días y noches enteras deambulan por la casa, por las calles o por -lo que antes fueron- los albergues psiquiátricos con trozos prominentes de algodones en un vano intento de obturar el sonido que llega de forma ininterrumpida; el sonido es invasor, invade nuestro cuerpo, y en muchas ocasiones nos impide hablar, es decir, el sonido autoritario tapona nuestras bocas. Un caso ejemplar de esta situación es como los medios de comunicación, en particular, la televisión tratan de asociar el sonido y las imágenes para dejar sin voz a los que ellos consideran que no deben tener derecho al ejercicio del habla.

A la manera de Pascal Quignard escribimos:

El sonido de la música es la única de todas las artes que ha colaborado en la exterminación de los judíos organizada por los alemanes desde 1933 a 1945. La única que fue requerida como tal por la administración de los Konzentrationlager. En detrimento de este arte, que fue el único que pudo acomodarse a la organización de los campos para ensordecer el hambre, a la indigencia, al trabajo, al dolor, a la humillación y a la muerte.

El autor citado escribió en La haine de la musique, Hachette, París, 1994 (traducido al castellano de forma lamentable como “El odio a la música”) sobre los destinos de algunos de los músicos del campo de concentración de Auschwitz:

Viktor Ullmann murió en Auschwitz el 17 de octubre de 1944. La última obra compuesta por Ullmann en el campo se titula Séptima sonata. Se la dedicó a sus hijos Max, Jean y Felice. La fechó el 22 de agosto de 1944. Luego, siguiendo la reflexión de Karel Frohlich, Viktor Ullmann escribió en el pie de la primera página un copyright sarcástico. Existe un humor último. El humor último es el lenguaje en el instante en que supera su propio límite.“Los derechos de ejecución quedan reservados para el compositor hasta su muerte.

El domingo 19 de noviembre en el Zócalo, México, DF., el día séptimo de la semana, al efectuarse un acto político de la Convención Nacional Democrática, a las 11,45 horas comenzó a hacer uso del micrófono la senadora Rosario Ibarra de Piedra para exponer sus puntos de vista, los de esa agrupación, respecto de los derechos humanos y su situación en el país. Al iniciar su intervención se vio compelida a elevar el tono de voz pues las campanas de la Catedral repicaban -¿replicaban?- con tal intensidad, cadencia, tono y duración que ni siquiera ella misma lograba escuchar su voz –cfr.: su testimonio en el noticiero radial de Carmen Aristegui del día 19/11/2007. Allí apareció el componente absoluto del sonido, el sonido celestial de las campanas obturaba saturando de sonidos los oídos de los asistentes. Ese repique, ese "replique" no pasó, no podía pasar desapercibido a los asistentes de ese día domingo en el Zócalo, no en la Alameda; domingo, el único día de semana en que Dios descansa de acuerdo al relato bíblico de la creación del mundo – el cineasta Carlos Saura en El séptimo día. Las cosas que ocurren cuando Dios descansa, filmó una matanza ocurrida en un pueblo de creyentes de España. El descanso de Dios dejó el sonido en manos de los hombres del campanario. Conviene recordar que tocar las campanas no se hace sin el arte del sonido musical, no cualquiera las toca y no se tocan de cualquier manera como lo revelan sus efectos, en particular, éste domingo en el Zócalo.

Una porción de los asistentes aturdidos por el sonido e impedidos de cerrar sus oídos se presentaron en la Catedral, ingresaron a la misma sin solicitar permiso, arremetiendo contra aquello que molestará su circulación e increpando a las autoridades de la Iglesia por el inusual tiempo de permanencia del repique de las campanas. El lector notará que ellos actuaban conducidos por el sonido, el mismo sonido de las campanas que se instaló en sus oídos y en del resto de los asistentes, durante casi 15 minutos sin pedir permiso a nadie y a ninguno de los oídos allí presentes. La voz del sonido es obscena y no por nada el componente sonoro es una parte importante de las solicitudes obscenas que el superyó desata sobre tal o cual ciudadano. El absoluto del sonido se confirma en un hecho, el oído es el anagrama del odio, el odio causado por un sonido al que no se puede dejar de prestar oído.

Las autoridades de la Catedral replican, ¿duplican?, elevan la apuesta y toman una postura, anuncian el cierre de la Catedral hasta tanto no haya condiciones, dicen ellos, de seguridad, para los feligreses y los oficiantes del culto. Ese anuncio lo llevó a cabo el Consejo Episcopal de la Arquidiócesis de México. Ese organismo aduce la “profanación” de un lugar “sagrado”, ignorando que no pocos de los asistentes a la Convención, y quizás una mayoría de quienes irrumpieron en la Catedral, eran y son católicos practicantes. El abogado de esa comisión o de la Catedral ubica a Rosario Ibarra de Piedra como la "autora intelectual" de los acontecimientos pues "su decir" sería la causa que organizó a esas personas ensordecidas y molestas por tanto ruido -testimonio del abogado en el noticiero arriba citado. Allí en la acusación se juega una cuestión de sonidos, más bien de sonido: el abogado indica que Rosario I. de Piedra dijo “habría que investigar” y a renglón seguido una cierta cantidad de creyentes salieron a cumplir el mandato de esa voz, mientras que en la grabación, la senadora se preguntaba “¿Sera que las campanas de la Catedral también saludan a la Convención o se trata de acallar las voces aquí reunidas? ¿Habrá que investigar?” Una ironia causada por un sonido que estabá antes de la ironia y que continuaba más allá de la ironia; esa ironia era un intento de hacer algo ante un sonido.

Es necesario anotar que al cerrar la Catedral Metropolitana la Iglesia y su jerarquía no puede desconocer un hecho teológico: cerrar el templo implica dejar a los creyentes sin la mediación del cuerpo de la iglesia ante Dios, un templo es parte de ese cuerpo, y por ende, cada uno de ellos -muchos o pocos- "deberán", "deberían", "¡deben!”;”..." tomar en sus manos esa relación y desprenderse del impedimento que lleva al cierre del templo. Bien, ¿es o no casualidad, que eso sea semejante –y quizás igual- a la acción que la jerarquía católica mexicana efectuó a través de su Comité Episcopal Mexicano el 25 de julio de 1926? quien en una carta pública declaró lo siguiente:

Su santidad Pio XI, profundamente conmovido por la persecución religiosa que desde hace algún tiempo se viene ejerciendo contra el pueblo mexicano, y que ha comenzado aún antes de las brutales medidas recientemente aceptadas (Reglamento del presidente Calles sobre la laicidad de la enseñanza en las escuelas confesionales -23/07/1926)"

Luego, el Comité basado en una formula del derecho romano, una ley que no es justa no es una ley, y por lo tanto no ha de respetarse como tal, deriva de ese precepto latino, la no existencia de leyes, extrajo un acto conclusivo, subrayo, un acto conclusivo:

Colocados en la imposibilidad de ejercer nuestro sagrado ministerio sometido a las prescripciones de ese decretación,..., ordenamos a partir del 31 de julio del año en curso, y hasta nueva orden, todo acto de culto público que exija la intervención de un sacerdote quede suspendido en todas las iglesias de la República...Dejamos las Iglesias confiadas a los fieles (Cfr. :Jean Meyer, historiador católico, en La Cristiada 2.- El conflicto entre la Iglesia y el Estado, 1926-1929, Siglo XXI, México, 13 ed.,1994, pp.263-273)-

Hoy se sabe que ese "acto conclusivo" fue parte del detonador de la guerra cristera, pues debido a su carácter performativo, los creyentes, sin mediación “debían” defender, no a la Iglesia, sino a Dios, en ese caso a Jesucristo a quien consideraban ofendido. el representante legal de la Catedral Metropolitana procede a una operación semejante al acusar de autora intelectual a la senadora doña Rosario Ibarra de Piedra, procedía de la misma manera pues en ningún momento tomó nota del sonido, del sonido musical autoritario del "repique" o "replique" de las campanas de Catedral durante 12 minutos –según el periódico La Jornada (19/11/2007), para otros asistentes fue de alrededor de 15 minutos el desconcierto del campanario. Es decir, esa "causa" a cargo de la Iglesia se la intenta borrar, disminuir, ocultar,.... Y entonces se abren los causes para decretar que los "locos", los "suicidas", los "enajenados mentales", los “violentos", los “infiltrados” pertenecientes a los creyentes que estaban en la Convención Nacional Democrática sin causa alguna atacaron a la Iglesia. Decimos “creyentes” al conjunto de los participantes pues sólo los tenues hilos de la creencia en una salida política a las dificultades de la polis permiten a esos ciudadanos seguir a la búsqueda o construcción de un camino para que sus voces cuenten o, por lo menos, se lleguen a escuchar.

El abogado de la Catedral para acusar pone en juego una teoría de la articulación entre una causa y sus efectos: como la senadora habría dicho lo que él dice que dijo, entonces un grupo “profanó” un lugar “sagrado”; su teoría que no es lejana a las variadas formas del complot, nos permite seguir un hilo trágico y darle sonido para que, quizás sea factible escucharlo. En forma retórica nos apoyamos en la teoría del caos, allí un suceso imprevisible, por ejemplo, una simple declaración provoca un evento aparentemente inconexo, que a su vez es posible que provoque uno más y otro. Un simple aleteo de una mariposa puede ocasionar un huracán –Cfr.: Teoría del caos, José Luis M. Trigos, guión: Ana Inés Urrutia, FisiComics, Unam, 2005, DF.

¿A qué viene esta convocatoria retórica a la teoría del caos? Viene a cuento por la puesta en juego, ese día domingo, de una red tórica. El toro es una dona que articula el exterior y el interior de un espacio de singular manera, por ejemplo, no están separados, sino que ciertas trayectorias en esa superficie tórica colocan exterior/interior en continuidad. Añadimos que convendría tomar nota de un hecho: el repique y el replique de esas campanas tienden a magnificarse, son amplificados, son ampliados por los medios masivos llamados de comunicación, para qué y con qué propósitos, no se lo puede indicar, sólo se subraya esa operación de amplificación. Si fue para tapar, ocultar, censurar, silenciar las voces escuchadas en el Zócalo eso está fuera de nuestro alcance por ahora y dependerá de los puntos de vista en juego, sólo constatamos que se llevó a cabo una ampliación. Si esas voces fuesen tan débiles ¿para se requiere tanto ruido amplificado? En ese contexto, recurrimos al aleteo de una mariposa, ocurrido en el curso de la madrugada del domingo, ese aleteo anuncia quizás un horizonte trágico, se trata de lo siguiente: el cabeceo o el cabezal de la primera plana del periódico Milenio del domingo 18/11/2007: AMLO es un lastre -declara Roger Bartra-para la izquierda mexicana Lamento indicar que un "lastre" suele ser algo para desprender o arrojar o para quitarse de encima de cualquier manera en ciertas circunstancias ¿Qué anunció esa primera plana? Ahora si adquiere una precisión literal formular la siguiente pregunta ¿A qué objetivo u objeto "apunta" el repique, el replique y su amplificación mediática de las campanas de Catedral? ¿Se apunta a AMLO? ¿Se apunta también a una película que resulta para algunos sectores digna de ser callada "de cualquier manera"- frase ya empleada y método ya propuesto por el intelectual, Jorge G. Castañeda?

Si así fuese, muchos elementos convocan, seducen, para efectuar una rápida interpretación de confirmación de tal hipótesis, y por ende conviene detenerse, si así fuese, aceptando sin conceder o convalidar un supuesto complot, convendría tomar nota de un elemento del lenguaje: un "lastre" también es una pieza de importancia que permite sostener algunos equilibrios, provisorios o permanentes; un barco contiene un "lastre", por ejemplo, el país es un barco donde estamos cada uno de los que vivimos en él, ocupemos el camarote o la clase que sea, entonces el lastre permite mantener el barco a flote y le permite navegar haciendo frente a las tormentas que el movimiento desata entre las diversas clases del barco , es decir, el "lastre" permite y da lugar a las tensiones sin tener que aturdirlas o callarlas con la voz del amo absoluto de un sonido insoportable ¿O no? Jacques Lacan, un psicoanalista, no dejaba de subrayar que la política es inconsciente y no por eso muchos menos eficaz y quizás hasta destructiva para con la política misma.

No hay comentarios.: