viernes, septiembre 26, 2008

Lacan, el mago texto de Silvia Fendrik, Buenos Aires, Argentina

Tengo el agrado de presentar a los lectores el texto de Silvia Fendrik,Lacan el mago, esta es una versión levemente corregida de la publicada en el periódico, Página 12. Ese texto recorre un tema de intercambio que sostuvimos en la actividad "Andamiajes Lacanianos" (27/09/2008), actividad a cargo de Eduardo Bernasconi y Hugo Cardozo- en Buenos Aires, allí efectúe una presentación respecto del tema del suicidio del objeto, el suicidio, y en particular dos momentos de la misma: las almas en pena, como lo revelan las almas de los 30 mil desparecidos durante la dictadura militar y la práctica de la telepatía donde el espíritu juega de diversas formas y estructuras para hacer frente al tema del luto por la muerte de un ser querido, allí se muestra la magia de las palabras de los muertos que aparecen, se transmiten y escuchan gracias a los vivientes, el medium entre otros, son los sobrevivientes quienes hablan y dejan hablar a los muertos. Esa fue una práctica participante en la constitución del Estado moderno de México, gracias a la labor de un espírita: Francisco I. Madero.
Tendremos oportunidad de retomar ese diálogo sobre el espìritu de la magia y la magía del espíritu no sólo en la enseñanzas de Sigmund Freud y Jacques Lacan, sino en la actual práctica de la cura analítica: una practica espiritual de la letra. La magía, la telepatía son los componentes de la transferencia no sólo en los textos clínicos de la doctrina de Sigmund Freud y de Jacques Lacan, sino que integran la practica actual del apantalle -ecranter- de la llamada transfernecia en la época donde la opacidad sexual deja lugar a otra opacidad. Tendremos oportunidad de un encuentro en México pues Silvia Fendrik nos visitará en los próximos meses y veremos de darnos la oportunidad para que la magia de los espiritus chocarreros nos permitan presentar este diálogo en México, país de los brujos, los chamanes, del realismo mágico, de Maria Sabina. Aquí los dejo en compañia de

Lacan el mago*
*Silvia Fendrik

La obra de Lacan muestra en acto su coincidencia con la afirmación de Aristóteles de que el hombre, -y por lo tanto también el hombre Lacan- piensa con su objeto. Quizás podríamos decir que sólo piensa -en el verdadero alcance de la palabra pensar, que no es repetir lo que otros dicen o repetirse a sí mismo- sólo piensa con su objeto. Grafos, matemas, letras, figuras topológicas, nudos, significantes, son los objetos de los que se vale Lacan para hacer del psicoanálisis un discurso que corre al modo del carretel, un discurso que no se detiene, porque no es un dis-currar siempre sobre lo mismo, un dis-curro de masas alienado a un ideal al que imitar –se trate de un líder o de una teoría con-sagrada. Es el sentido que podemos darle a su famosa advertencia: “ No me imiten, hagan lo que yo hago”. No hurguen en mi obra como si fueran prefectos de policía acompañados por perros amaestrados. No crean que revolviendo en todos los rincones de mi obra encontrarán lo que buscan, si lo que pretenden es que coincida exactamente con lo que tienen previamente en la cabeza. Efectivamente, sus cartas están a la vista, pero dadas vuelta, y aparecen donde no se las espera porque vuelan todo el tiempo de un lugar a otro. Lacan daba vuelta permanentemente sus cartas, sus letras, para confundir a los analistas-prefectos y lo hacía al modo del prestidigitador, del mago ilusionista que nos invita a experimentar la realidad de la ficción valiéndose de “pases” y dispositivos en cuya construcción intervienen la lógica, las matemáticas, la topología.

Por eso la enseñanza de La Carta Robada no se reduce a “no ver lo que tenemos delante de los ojos”. Lacan también habló de “la carta forzada” de la clínica en Instancia de la Letra, y sin embargo nadie, recordando o re-citando esa cita, vio allí una referencia visible, explícita, a la magia. En magia una carta forzada es la que el mago fuerza al espectador a extraer, mientras éste cree elegirla. Jugando con el equívoco español de volar podríamos decir que la carta robada también es la carta “volada”, la carta que viaja de un lugar a otro, y con eso entramos junto con Lacan en el mundo de la magia.


Pero antes recordemos que al referirse a la alienación Lacan habla del fort-da, dos fonemas que un niño (o un adulto) repetiría infinitamente como un loro sino fuera por la aparición/desaparición del carretel , el objeto que abre el camino de la simbolización. Que al ser un carretel -en su forma freudiana paradigmática- corre por las vías significantes del fort y del da y permite la ulterior sustitución por otros objetos que al aparecer/desaparecer de la vista permiten que el Otro –representado en/por el objeto- aparezca y desaparezca junto a esa parte del sujeto que aparece y desaparece en/con el objeto, inaugurando el camino para simbolizar mediante significantes la presencia/ausencia del Otro. ¿Acaso el gesto del niño al arrojar y recuperar ese pequeño objeto pronunciando sólo dos palabras, no evoca el rasgo primordial de cualquier acto mágico? El primer juego simbólico...¿un acto de magia?

Lacan por su parte “piensa” el psicoanálisis con objetos comunes al universo de la magia ilusionista. Desde el juego “adivinatorio” del par/impar en La Carta Robada, hasta los nudos en que los magos se especializan para mostrar la ilusión que produce un falso nudo y un nudo realmente anudado, -lo que parece un nudo puede soltarse con facilidad y viceversa-, pasando por los esquemas ópticos donde el objeto, sea un ramillete de flores cortado o una cabeza separada del cuerpo parecen “reales”, o la banda de Moebius donde un determinado corte produce su transformación en cuerda, o los anillos -que en magia se llaman aros chinos- que al unirse y separarse muestran sucesivos encadenamientos y transformaciones olímpicas o borromeas. Y desde luego el “pase” y el “semblant”.

La esencia de la magia es jugar con la aparición/desaparición de los objetos. Y los “objetos” del psicoanálisis lúdico/mágico que configuran la metapsicología lacaniana son los mismos que utilizan los magos en sus trucos, cuidadosamente elaborados a lo largo de años, con mucho estudio, con mucha destreza, con mucha inteligencia/pasión/dedicación, trucos en cuya construcción intervienen la física, la lógica, la matemática, la óptica, no para engañar al espectador sino para crear un espacio ficcional de ilusionismo compartido. El diccionario enseña que Ilusión proviene del latín “illusi”, ludere, jugar, y dice que la ilusión actúa cuando consideramos real y verdadero lo que sólo es simulacro o imitación de la realidad. El mago no es un médium, un brujo, alguien dotado de poderes sobrenaturales para traernos algo del más allá. (El célebre Harry Houdine iba a las reuniones de los espiritistas para desenmascarar los trucos sucios con los que pretendían engañar a la gente, [ya está anunciada un filme biográfico del gran ilusionista del escape.]) Ilusionar, hacer pases, no es lo mismo que engañar a alguien para someterlo al amo de turno. En ese sentido podemos pensar en la magia de Lacan como uno de los fundamentos de la teoría y del acto analítico que están a la vista en su enseñanza. Una enseñanza que si bien no autoriza a decir sin más que el analista es un prestidigitador, no impide sostener que también opera como tal en ese espacio psíquico magnético, -transicional diría Winnicott- al que llamamos transferencia, al hacer los pases y pasos necesarios para transformar las cartas destinantes en letras que vuelan.

Silvia Fendrik

L'article dans francaise
Lacan, le magicien, article de Silvia Fendrik

L’enseignement de Lacan montre “en acte” sa coïncidence avec l’affirmation d’ Aristote: l’homme, et donc l’homme Lacan, pense avec son objet. On dirait qu’il pense, dans la véritable allure du mot penser, c’est à dire que contrairement a répéter ce que disent les autres ou “se répéter” soi même, il pense avec son objet. Graphes, mathèmes, lettres, figures topologiques, noeuds, signifiants, sont les objets dont Lacan se vaut pour faire de la psychanalyse un discours : un discours qui circule sans arrêt, car il ne s’agit jamais de la « même chanson », d’un ensemble d’idées fixes ou con-sacrées. Voilà le sens qu’on peut donner a sa célèbre sentence : « Ne m’imitez pas, faîtes comme moi » Ne fouillez pas partout dans mon œuvre comme des préfets de police…ne croyez pas qu’ainsi vous allez trouver ce que vous cherchez, si vous vous attendez a le faire coïncider avec ce que vous aviez auparavant en tête.

En effet, les lettres de Lacan sont visibles, mais renversées, elles apparaissent là où on ne les attend pas, parce qu’elles volent tout le temps en changeant de sens ou de place. Il les retournait peut être pour confondre les analystes-préfets, a la façon d’un prestidigitateur, du magicien illusionniste qui nous invite a expérimenter la réalité de la fiction parmi des « passes » et dispositifs construits avec l’aide de la logique, des mathématiques, et de la topologie.

Ainsi l’enseignement de « La lettre volée » ne peut se réduire à ne pas voir ce qui est à la vue. Lacan parle aussi de la lettre « forcée » de la clinique dans Instance de la Lettre, mais personne, évoquant ou ré-citant cette citation y a reconnu une référence ouverte et visible a la magie. Une lettre forcée est celle que l’illusionniste utilise pour conduire le spectateur à choisir alors que ce dernier pense l’avoir choisi au hasard. Et si l’on reprend l’équivoque entre vol et vol, on pourrait dire que la lettre « volée » est aussi la lettre qui vole, qui voyage d’un endroit à un autre. Ainsi on rentre avec Lacan dans l’univers de la magie.

Mais permettez-moi d’abord d’évoquer qu’en se référant a l’aliénation, Lacan mentionne le fort-da, ces deux phonèmes qu’un enfant (ou un adulte) répéterait a l’infini comme un perroquet sans la présence/absence de la bobine, le petit objet qu’ouvre le chemin de la symbolisation. Qu’en s’agissant d’une bobine –dans le paradigme freudien- parcourt les voies signifiants du fort et du da qui donneraient lieu ultérieurement a la substitution pour d’autres objets. Objets eux aussi qui, au fur et a mesure de l’alternance parution/disparition, permettront que l’Autre, représenté par/dans l’objet apparaisse et disparaisse à la vue. S’instaure ainsi la voie de la symbolisation primordiale, c´est à dire la signification, au moyen des signifiants, de la présence/ absence de l’Autre. L’action de l’enfant qui lance et rattrape ce petit objet en ne disant que deux mots, n’évoque-t-elle pas l’essence de n’importe quelle performance illusionniste ? Le premier jeu symbolique…un acte de magie ?

Je me permets donc d’affirmer que Lacan a « pensé » la psychanalyse avec des objets propres à la magie illusionniste.

Depuis le jeu adivinatoire du pair/impair dans le comte de Poe, jusqu' aux nœuds, dont les «trucs » des magiciens permettent de donner l’illusion qu’ils sont noués alors qu’ils ne le sont pas (celui qui semble noué peut se détacher facilement et vice versa) Ainsi que les miroirs concaves où l’objet –qu’il soit un bouquet ou une tête séparée du corps semblent « réels », ou la bande de Moebius dont la coupure la transforme en corde, ou encore les ronds –appelés para les magiciens « anneaux chinois » qui montrent des transformations olympiques et borroméens successives. Ce, sans oublier la « passe » et le « semblant »

Ainsi, les « objets » de la psychanalyse ludique/magique qui composent la métapsychologie lacanienne, seraient les mêmes qu’utilisent les magiciens dans leurs trucs. Trucs préparés avec passion, intelligence, un énorme dévouement, trucs fabriqués avec l’aide de la physique, la logique, les mathématiques, l’optique. Sa finalité : créer un espace fictionnel d’illusion partagé. Car il ne s’agit pas de mensonges mais d’illusions. Le dictionnaire nous enseigne qu’illusion vient du latin « illusi » ludere-jouer et que l’illusion agit quand on considère réel un fait simulé ou une imitation (semblant ?) de la réalité.

Le magicien illusionniste n’est pas un médium ni un sorcier muni de pouvoirs surnaturels pour nous contacter avec les morts ou l’au-delà. (Le célèbre Harry Houdini avait l’habitude d’aller aux séances de spiritisme pour en démasquer l’imposture et dénoncer la supercherie. Illusere c’est le contraire d’abuser des gens pour les soumettre a la volonté du maitre.

Pour finir : je propose « la magie » de Lacan comme étant un des fondements de la théorie et de l’acte analytique tout à fait « visibles » dans son enseignement. Un enseignement qui, bien qu’il n’autorise pas plus que cela à affirmer que l’analyste est lui aussi un magicien, n’empêche pas que l‘on puisse admettre qu’il peut opérer comme tel dans cet espace psychique magnétique -transitionnel dirait Winnicott- nommé transfert, là ou il fait les pas et les passes nécessaires pour changer les lettres destinantes en lettres qui volent.

viernes, septiembre 12, 2008

Escritor suicida por Víctor Montoya

Escritor suicida*

*Víctor Montoya

Esa mañana tomé la decisión de algo que tenía pensado desde hace tiempo: quitarme la vida a las doce en punto del mediodía.

Me senté en la silla del escritorio y concluí el último capítulo de mi novela, que me requirió diez años de acopio de documentos y otros tantos años de trabajo obsesivo. Cuando puse el punto final, sentí que mi vida se vació como el tintero, y con la firme decisión de enfrentarme a la muerte, que me sonreía desde el otro lado de la vida, abrí el último cajón del escritorio, donde estaba el revólver de cachas negras, cañón de metal bruñido y cilindro giratorio, cuya recámara múltiple tenía un solo cartucho en el eje, listo para ser vaciado de un tiro. Por un instante contemplé la maravilla y el peligro de ese arma que me regaló mi padre la noche en que ocurrió ese suceso que iba a cambiar el curso de mi vida.

Levanté el revólver, alargué el brazo y, poniendo el ojo en el punto de mira, lo paseé por el cuarto; pero donde ponía la mirada, mi alma no encontraba más que un vertiginoso abismo de soledad y desesperanza. Entonces, abandonado de mí mismo, recogí el brazo y puse la boca del cañón contra mi sien. Quité el disparador, apreté el gatillo y... ¡PUM!!!... El impacto fue tan fuerte que, luego de sacudirme en el aire, me tumbó boca arriba. La sangre saltó a raudales y el olor de la pólvora impregnó el cuarto, ese cuarto que tenía el techo bajo y las paredes atestadas de libros, una puerta que daba a la calle y una ventanilla por donde se calaba un aire tan frío como la muerte.

Pasó el tiempo y nadie indagó por el vacío que dejó mi ausencia, hasta que la policía me encontró tumbado en medio de un círculo de sangre seca, los sesos destapados y el revólver todavía en la mano, el cuerpo deformado por la obesidad y la barba apelmazada donde los bichos hicieron su madriguera.

La policía, sin salir del estupor, constató que yo, en mi condición de escritor suicida, había dejado un montón de papeles sobre el escritorio y una nota que decía: Nadie llore sobre mi cadáver ni deposite flores en mi tumba. Todos sepan que murió un hombre que no pudo encontrar la felicidad sino a través de la muerte...

Cuando la noticia saltó a la prensa: Escritor suicida se quitó la vida a las doce en punto del mediodía..., los lectores se enteraron de que el protagonista de mi novela, hecho de realidad y fantasía, tuvo un desenlace más feliz que mi vida.


Del libro “Cuentos en el exilio”, Ed. Baile del Sol, Islas Canarias, 2008